¡Hola!…¡Buenos Días!…¿Qué tal?. En el blog anterior, cuando hablamos sobre, el poder de «el amor», hablamos sobre, los tres valores y principios, que sustentan y fundamentan, el amor y su poder, como son, escuchar con confianza, conocer con compromiso y, seguir con convicción, como vivencias y experiencias, que se concretan y se hacen realidad, en el diálogo y la meditación, puestas en práctica y ejercitadas, en el contacto y la interacción, al interior de nuestros entornos, personal, familiar y social, en beneficio de nosotr@s y otr@s. En ese sentido, cuando hablamos sobre, el poder de «el amor», cuando estamos amando a alguien, o, estamos amando algo, hablamos que, en el proceso de, escuchar con confianza, conocer con compromiso y, seguir con convicción, logramos vínculos personales y sociales, consistentes y resistentes, y labores personales y sociales, significativas y productivas, por lo mismo que, desarrollamos la empatía y la creencia en la otra persona, sus experiencias, sus emociones, sus puntos de vista y, sus estados de ánimo, siempre recordando nuestras experiencias y emociones, y reconociendo diferencias entre, sus puntos de vista y estados de ánimo, y nuestros puntos de vista y estados de ánimo, como referentes de valor necesarios e importantes. En el blog actual, entonces, vamos a hablar sobre, el poder de «el amor» y el lenguaje del corazón, concibiendo y definiendo, el lenguaje del corazón, como uno de los medios y los recursos de comunicación, espirituales y emocionales, que desde la creencia en, Dios, y por su obra, explicamos que, ha sido distribuido y extendido en nosotr@s, para comunicarnos con Él, con nosotr@s y, con otr@s seres.
Efectivamente, cuando hablamos sobre, el lenguaje del corazón, como uno de los medios y los recursos de comunicación, espirituales y emocionales, que desde la creencia en, Dios, y por su obra, explicamos que, ha sido distribuido y extendido en nosotr@s, para comunicarnos con Él, con nosotr@s y, con otr@s seres, estamos partiendo de la frase: «Sólo le falta hablar…», en referencia a los vínculos que establecemos con los seres que compartimos nuestra vida y amamos, con quienes construimos y creamos, una conexión directa y única, como por ejemplo, el vínculo, que establecemos, y la conexión única y directa, que construimos y creamos con los animales, como un perro o un gato, que se concreta y se hace realidad, en un intercambio de a dos, con gestos, movimientos y/o posiciones de partes del cuerpo, que observadas en conjunto, pueden comunicar qué es lo que siente y qué es lo que quiere, en un momento o en un lugar dados.
De esta manera, cuando hablamos sobre, el lenguaje del corazón, como uno de los medios y los recursos de comunicación, espirituales y emocionales, que desarrollamos con los seres que compartimos y amamos, con quienes construimos y creamos, una conexión directa y única, concretada y hecha realidad, en un intercambio de a dos, con gestos, movimientos y/o posiciones de partes del cuerpo, que observados en conjunto, pueden comunicar qué es lo que se siente y qué es lo que se quiere, en un momento o en un lugar dados, sin hacer uso de sonidos o palabras, es necesario e importante que, hablemos sobre, observar con atención, como un proceso de exploración y reconocimiento de los elementos de comunicación, espirituales y emocionales, que participan en el intercambio de a dos, que como un cuarto valor y principio, junto con, escuchar con confianza, conocer con comprensión y seguir con convicción, sustentan y fundamentan, el amor y su poder, facilitando, favoreciendo y promoviendo, vínculos personales y sociales, consistentes y resistentes, y labores personales y sociales, significativas y productivas, desde la puesta en práctica y el ejercicio de, el lenguaje del corazón.
Así, cuando hablamos sobre, el poder de «el amor» y el lenguaje del corazón, como la parte y el todo, en un intercambio de a dos, con gestos, movimientos y/o posiciones de partes del cuerpo, que observados en conjunto, pueden comunicar qué es lo que se siente y qué es lo que se quiere, en un momento o en un lugar dados, sin hacer uso de sonidos o palabras, que se concreta y se hace realidad, desde la creencia en, Dios, y por su obra, estamos hablando de, una sucesión de vivencias y experiencias, personales, emocionales y afectivas, al interior de nuestros entornos, personal, familiar y social, dirigidas y orientadas, hacia el logro de vínculos personales y sociales, consistentes y resistentes, y labores personales y sociales, significativas y productivas, en beneficio de nosotr@s y otr@s, a partir de la construcción y la creación de conexiones directas y únicas, con los seres que compartimos y amamos, de nuestros entornos, personal, familiar y social, en las cuales, se ponen en práctica y se ejercitan, los cuatro valores y principios, que sustentan y fundamentan, el amor y su poder, como son, el observar con atención, el escuchar con confianza, el conocer con compromiso y, el seguir con convicción.
Y, cuando hablamos sobre, el poder de «el amor» y el lenguaje del corazón, como la parte y el todo, en un intercambio de a dos, con gestos, movimientos y/o posiciones de partes del cuerpo, que observados en conjunto, pueden comunicar qué es lo que se siente y qué es lo que se quiere, en un momento o en un lugar dados, sin hacer uso de sonidos o palabras, que se concreta y se hace realidad, desde la creencia en, Dios, y por su obra, estamos hablando que, en la sucesión de vivencias y experiencias, personales, emocionales y afectivas, al interior de nuestros entornos, personal, familiar y social, dirigidas y orientadas, hacia el logro de vínculos personales y sociales, consistentes y resistentes, y labores personales y sociales, significativas y productivas, en beneficio de nosotr@s y otr@s, el primer momento del intercambio, corresponde a, el observar con atención, puesto que, en el observar con atención, se da la exploración y el reconocimiento de los elementos de comunicación, espirituales y emocionales, que participan en el intercambio de a dos, y que naturalmente personalizan, cada uno de nuestros intercambios de a dos, como vivencias y experiencias, con una conexión directa y única.
Es así como, cuando hablamos de la comprensión y la regulación de las emociones, en las niñas y los niños, desde una toma de conciencia, sobre su realidad, personal, familiar y social, incluidos, los retos, los cambios y los logros, con el propósito de corregir, resolver, e, incluso, mejorar, un comportamiento y, una eventual actitud, como consecuencia de una adaptación a su realidad, personal, familiar y social, vivenciada y experimentada, con agrado, gusto y placer, en la cual, niños y niñas, vivencian y experimentan, una activación y una actualización, de sus sentimientos de valentía y felicidad, y amor por un@ mism@ y, por l@s demás, estamos hablando de formar, educar y acompañar a las niñas y los niños, en el observar con atención, el escuchar con confianza, el conocer con comprensión y el seguir con convicción, de modo que, niñas y niños, puedan construir y crear conexiones, directas y únicas, con los seres con quienes comparten y aman, de sus entornos, personal, familiar y social, en beneficio suyo y de otr@s, por medio de la puesta en práctica y el ejercicio de, el lenguaje del corazón, que como medio y recurso de comunicación, se concreta y se hace realidad, en un intercambio de a dos, con gestos, movimientos y/o posiciones de partes del cuerpo, que observados en conjunto, pueden comunicar qué es lo que sienten y qué es lo que quieren, en un momento o en un lugar dados, sin hacer uso de sonidos o palabras.
Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, la necesidad y la importancia que tiene, el lenguaje del corazón, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que, natural y habitualmente, manifiestan y expresan, diferentes y diversos, tiempos y momentos, de sensaciones, emociones y sentimientos, conectados entre sí y, conectados con otros, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a desarrollar y progresar, en el lenguaje del corazón en las niñas y los niños, sobre todo en los momentos y los lugares de juego, en los cuales, se originan oportunidades y posibilidades, para el contacto y la interacción, natural, espontánea e innata, con el ambiente, l@s compañer@s y, los materiales de juego, pues vivenciar y experimentar, los valores y principios que sustentan y fundamentan, el amor y su poder, puede ser muy positivo y favorable, para su crecimiento, su evolución y, sus logros, personales, emocionales y, afectivos, en los grupos de juego.