¡Hola!…¡Buenos Días!…¿Qué tal?. En los blogs anteriores, hablé sobre, el miedo, nos debilita y nos enferma, y, hablé sobre, la comunicación, nos fortalece y nos sana, explicando que, si bien es cierto que, por experiencia y aprendizaje socio – culturales, la enfermedad y la salud, como tales, se suelen vincular y relacionar con factores orgánicos, propios de la estructura del cuerpo, y, con factores fisiológicos, propios del funcionamiento del cuerpo, experimento y aprendo que, la enfermedad y la salud, emocionales y físicas, como tales, directamente, se vinculan y relacionan con la activación y la actualización de sensaciones, emociones y sentimientos, personales y naturales, negativos o positivos, y, con la debilidad espiritual, o, la fortaleza espiritual, que se manifiestan y se expresan, de manera personal, emocional y afectiva, vinculadas y relacionadas, con el menor nivel, o, con el mayor nivel de energía, fuerza y poder, personales, emocionales y afectivos. En ese sentido, cuando hablo sobre, el miedo, nos debilita y nos enferma, experimento y aprendo que, las causas orgánicas y fisiológicas, que producen la enfermedad, como tal, son la personal y la natural expresión y manifestación corporal de las consecuencias de la activación y la actualización de sensaciones, emociones y sentimientos, personales y naturales, vinculados y conectados con el miedo, la tristeza y la molestia, y, de los efectos de la debilidad espiritual. Y, cuando hablo sobre, la comunicación, nos fortalece y nos sana, experimento y aprendo que, la curación orgánica y fisiológica, que producen la salud, como tal, son la personal y la natural expresión y manifestación corporal de las consecuencias de la práctica de la comunicación, que activa y actualiza, sensaciones, emociones y sentimientos, personales y naturales, vinculados y conectados con la valentía, la felicidad y el agrado, y, de los efectos de la fortaleza espiritual.
En el blog actual, entonces, voy a hablar sobre, el insomnio y su significado emocional, explicando la relación entre, el insomnio, comprendido como un desorden del sueño, que se manifiesta y se evidencia en: dificultad para conciliar el sueño, dificultad para mantenerse dormido, o, dificultad para lograr un sueño de buena calidad, pudiendo ser de tres tipos: transitorio o agudo (dura menos de 4 semanas), a corto plazo o subagudo (dura más de 4 semanas, menos de 3 – 6 meses), y, a largo plazo o crónico (dura más de 3 – 6 meses), y, su significado emocional, vinculado y relacionado, en cada persona, con su personal y su natural, comprensión y regulación de sus emociones, como la emoción de miedo y la emoción de tristeza, enlazadas con los sentimientos de angustia, desconfianza y culpa, que normalmente suelen desordenar el sueño, pues si bien es cierto que, el insomnio, como un desorden del sueño, tiene un origen multifactorial, que incluye factores internos o personales, y factores externos o ambientales, sucede que, el estrés y sus síntomas emocionales, como pueden ser, el miedo y la tristeza, enlazados con la angustia, la desconfianza y la culpa, son el primer y el principal, factor interno o personal, que origina el insomnio, con lo cual, aprendo y comprendo que, miedo y tristeza, enlazados con angustia, desconfianza y culpa, como síntomas emocionales de el estrés, causan el insomnio.
De esta manera, cuando hablo sobre, el insomnio y su significado emocional, explicando la relación entre, el insomnio, comprendido como un desorden del sueño, que se manifiesta y se evidencia en: dificultad para conciliar el sueño, dificultad para mantenerse dormido, o, dificultad para lograr un sueño de buena calidad, pudiendo ser de tres tipos: transitorio o agudo (dura menos de 4 semanas), a corto plazo o subagudo (dura más de 4 semanas, menos de 3 – 6 meses), y, a largo plazo o crónico (dura más de 3 – 6 meses), y, su significado emocional, vinculado y relacionado, en cada persona, con su personal y su natural, comprensión y regulación de sus emociones, como la emoción de miedo y la emoción de tristeza, enlazadas con los sentimientos de angustia, desconfianza y culpa, que normalmente suelen desordenar el sueño, comprendo y explico que, miedo y tristeza, enlazados con angustia, desconfianza y culpa, activan la segregación de dos hormonas, como son la adrenalina – que participa en el estado de vigilia y alerta, y, el cortisol – que participa en la reacción de lucha y huida, causando el insomnio, como la respuesta del cuerpo, que necesita mantenerse despierto, para estar en vigilia y alerta, luchar y huir, y protegerse de «una situación de peligro», evidenciada y advertida, por las emociones de miedo y tristeza, enlazadas con los sentimientos de angustia, desconfianza y culpa.
En tal sentido, estoy aprendiendo y comprendiendo que, cuando se habla sobre, el insomnio y su significado emocional, es necesario y es importante que, reconozcamos e identifiquemos que, el insomnio, como desorden del sueño, en cada uno de sus tres tipos, como son: transitorio o agudo (dura menos de 4 semanas), a corto plazo o subagudo (dura más de 4 semanas, menos de 3 – 6 meses), y, a largo plazo o crónico (dura más de 3 – 6 meses), es una respuesta personal y natural del cuerpo, ante las señales internas o personales, o, las señales externas o ambientales de «una situación de peligro», evidenciadas y advertidas, por las emociones de miedo y tristeza, enlazadas con los sentimientos de angustia, desconfianza y culpa, como síntomas emocionales de el estrés, que tiene el significado y el sentido de proteger a la persona en condición de estrés, por lo cual, las acciones de atención y cuidado, personales, emocionales y afectivas de la persona con insomnio, naturalmente, deben estar orientadas y dirigidas, hacia la comprensión y la regulación de sus emociones de miedo y tristeza, normalmente, enlazadas con sus sentimientos de angustia, desconfianza y culpa.
En tal sentido, también, estoy aprendiendo y comprendiendo que, cuando se habla sobre, el insomnio y su significado emocional, es necesario y es importante que, reconozcamos e identifiquemos que, el insomnio, como desorden del sueño, en cada uno de sus tres tipos, como son: transitorio o agudo (dura menos de 4 semanas), a corto plazo o subagudo (dura más de 4 semanas, menos de 3 – 6 meses), y, a largo plazo o crónico (dura más de 3 – 6 meses), es una respuesta personal y natural del cuerpo, ante las señales internas o personales, o, las señales externas o ambientales de «una situación de peligro», que necesita y demanda que, las acciones de atención y cuidado, personales, emocionales y afectivas, sean integrales, es decir, la acciones de atención y cuidado, orientadas y dirigidas, a desordenes del sueño, como el insomnio, como acciones de sanación y salud emocional, deben incluir y comprometer, el trabajo personal, emocional y afectivo, sobre el estrés y sus síntomas emocionales, manifiestos y expresos, como causas de el insomnio, de modo que, la persona en condición de estrés, y con insomnio, en todo momento y en todo lugar, se sienta y se sepa, emocionalmente acompañada, para lograr la comprensión y la regulación de sus emociones de miedo y tristeza, normalmente, enlazadas con sus sentimientos de angustia, desconfianza y culpa.
Es así como, cuando hablamos de la comprensión y la regulación de las emociones, en las niñas y los niños, desde una toma de conciencia, sobre su realidad, personal, familiar y social, incluidos, los retos, los cambios y los logros, con el propósito de corregir, resolver, e, incluso, mejorar, un comportamiento y, una eventual actitud, como consecuencia de una adaptación a su realidad, personal, familiar y social, vivenciada y experimentada, con agrado, gusto y placer, en la cual, niños y niñas, vivencian y experimentan, una activación y una actualización, de sus sentimientos de valentía y felicidad, y amor por un@ mism@ y, por l@s demás, estamos hablando de formar, educar y acompañar a las niñas y los niños, según el aprendizaje y la comprensión sobre, el insomnio, como una respuesta personal y natural del cuerpo, ante las señales internas o personales, o, las señales externas o ambientales de «una situación de peligro», evidenciadas y advertidas, por las emociones de miedo y tristeza, enlazadas con los sentimientos de angustia, desconfianza y culpa, como síntomas emocionales de el estrés, que tiene el significado y el sentido de proteger a los niños y las niñas en condición de estrés, y, que como desorden del sueño, en cada uno de sus tres tipos, necesita y demanda, acciones de atención y cuidado, personales, emocionales y afectivas integrales, que incluyan y comprometan, el trabajo personal, emocional y afectivo, sobre el estrés y sus síntomas emocionales, manifiestos y expresos, como causas de el insomnio, de modo que, los niños y las niñas en condición de estrés, y con insomnio, en todo momento y en todo lugar, se sientan y se sepan, emocionalmente acompañados, para lograr la comprensión y la regulación de sus emociones de miedo y tristeza, normalmente, enlazadas con sus sentimientos de angustia, desconfianza y culpa.
Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, el significado y el sentido que tienen, las emociones, el estrés y el sueño, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que, natural y habitualmente, manifiestan y expresan, diferentes y diversos, tiempos y momentos, de sensaciones, emociones y sentimientos, conectados entre sí y, conectados con otros, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a desarrollar y progresar, en «el manejo de las emociones», en las niñas y los niños, sobre todo en los momentos y los lugares de juego, en los cuales, se originan oportunidades y posibilidades, para el contacto y la interacción, natural, espontánea e innata, con el ambiente, l@s compañer@s y, los materiales de juego, pues lograr «el control del estrés y el sueño», puede ser muy positivo y favorable, para su crecimiento, su evolución y, sus logros, personales, emocionales y, afectivos, en los grupos de juego.