¡Hola!…¡Buenos Días!…¿Qué tal?. Hoy día martes 16 de Enero, quiero reflexionar con ustedes acerca de la necesidad de anticipación, el interés personal y natural por ‘saber lo que va a pasar’, y la práctica de rutinas y hábitos característicos en la vida de los niños, por lo mismo que reconozco una significativa y sentida relación entre las actividades cotidianas de los niños y las sensaciones de tranquilidad y seguridad que los niños necesitan y demandan sentir.
En ese sentido, puedo contarles y compartirles que en mi experiencia de vida como tía y maestra he tenido la oportunidad y la posibilidad de ser parte de la práctica de rutinas y hábitos de sueño, higiene, alimentación, vestido, juego y recreación, entre otros, cotidianamente vivenciados y experimentados por los niños, en mi caso, por mis sobrinos e, incluso, en algunos momentos por mis alumnos, junto con sus papás, sus abuelos, conmigo o sus cuidadores, como adultos a cargo en el hogar.
En el caso de mis sobrinos y mi testimonio como tía, entre otras rutinas y hábitos que puedo recordar y valorar por su significado y sentido de amor, magia y escucha, es la actividad de la lectura de un cuento antes de dormir, en la cual, tengo especialmente presente que había un pacto de lectura de un número de páginas por noche, de modo tal que, en algunos cuentos, las historias eran secuenciadas y pausadas, y que había una variedad de temas de lectura que incluían cuentos con pasajes bíblicos.
En el contexto de los niños, la anticipación se relaciona con su capacidad de reconocer y comprender ‘lo que va a pasar’, lo cual, les permite prepararse mental y espiritualmente, les inspira tranquilidad y les motiva seguridad, pues los niños saben ‘lo que van a experimentar’, como ocurre especialmente en el caso de ‘la lectura de un cuento’, que suele ser una actividad de anticipación a experiencias particularmente difíciles y complicadas de aceptar por los niños, como es ‘la hora de dormir’.
Ahora, a propósito de mi pregunta “¿qué tal si… ‘leemos un cuento antes de dormir’?”, lo que quiero transmitir es el hecho que como adultos somos los primeros responsables de proponer a los niños alternativas de actividades a modo de eventuales rutinas y hábitos, como es el caso de ‘la lectura de un cuento’, con el propósito de atender a ‘su necesidad y demanda de anticipación’ relacionada con las experiencias que naturalmente requieren de tranquilidad y seguridad, como ‘la hora de dormir’.
Saludos,
Lili Marlene
