Educación Emocional,… ¿qué hacer con “el agrado”?…

¡Hola!…¡Buenos Días!…¿Qué tal?. Hoy día viernes 13 de Octubre, quiero contarles y comentarles que, el agrado, como una emoción y un sentimiento cotidiano manifiesto en nuestras experiencias, personales y naturales, es una respuesta emocional, caracterizada por las expresiones de comodidad y gusto, evidenciadas y sentidas, como síntomas de bienestar, en relación a lo que experimentamos, percibido por nuestro organismo con un como si “el corazón canta”.

El agrado, como una emoción y un sentimiento cotidiano, que habita dentro de nuestro Corazón junto con el miedo, la valentía, la tristeza, la felicidad y la molestia, y con el Amor y la Magia, suele evidenciarse y sentirse, en momentos y lugares, personales y naturales, en los cuales, habiendo transitado de modo personal y natural, por las emociones y los sentimientos de miedo, valentía, tristeza, felicidad y molestia, desarrollamos y aprendemos el autocontrol emocional, importante y necesario, para reconocer, expresar y comunicar, nuestro deseo de atender y trabajar, de modo sano y saludable, en los sueños por cumplir y en los pensamientos por lograr, dirigidos y orientados por aquello que naturalmente queremos y necesitamos alcanzar o lograr día a día, para nosotros mismos y los nuestros, como son, familia y amigos.

En ese mismo sentido, en la vivencia misma de escribir, estoy descubriendo que, en el camino espiritual de emociones, experimentado como un camino de crecimiento y maduración espiritual, la armonía y el equilibrio, que inspiran y motivan el agrado, son compatibles con el Amor Propio y la valentía, que como energía, poder y fuerza internos, y, como sentimiento, nos impulsan y nos movilizan, a reconocer, expresar y comunicar, y conocer y aceptar, nuestros miedos, tristezas y molestias, y a canalizar nuestra felicidad, como una emoción y un sentimiento integral cotidiano, con el propósito espiritual de tomar decisiones, afrontar la vida y, en consecuencia actuar, para atender y trabajar día a día, en sueños por cumplir y en pensamientos por lograr, por el bienestar nuestro y de los nuestros, como son, familia y amigos.

Entonces, en respuesta a: ‘¿qué hacer con “el agrado”?’, personalmente, puedo decir que, validar y valorar aquello que nos produce comodidad y gusto, expresados como un estado de bienestar, requiere que adoptemos una actitud amorosa y valiente de sensibilización hacia el agrado, materializada en un: ¡Te sonrío agrado!, que nos impulsa y nos moviliza a experimentar rutinas, hábitos y costumbres de la vida misma, vinculados y relacionados, con sueños por cumplir y pensamientos por lograr.

Ahora, bien, quiero comentarles que, escribiendo los Cuentos Infantiles deLili, encuentro que, en el camino espiritual de emociones experimentado por María José y sus amig@s José María, Josefa, Antonio, Celina y Julio, guiados por Rodo – el caballo y Lali – la yegua, en El Establo Mágico, el agrado, como una emoción y un sentimiento cotidiano en los niños, se vincula y se relaciona naturalmente con rutinas, hábitos y costumbres de la vida misma que, para ellos, significan y tienen el sentido emocional de hacer realidad sus sueños por cumplir, y de concretar sus pensamientos por lograr, al interior de sus entornos personal, familiar y social, por el bienestar suyo y de los suyos, como son, familia y amigos; por lo cual, quiero invitarles a trabajar en el ‘¿qué hacer con “el agrado”?’ de los niños, comprendiendo y acompañando a los niños, en aquellas experiencias naturalmente agradables de la vida misma, como ocurre en las historias personales de María José con ‘el comer churros en familia’, que hacen realidad sus sueños y concretan sus pensamientos, y que naturalmente, involucran la intervención, la participación y el acompañamiento amoroso de los adultos a su cargo, con el propósito espiritual que los niños, sientan y evidencien, en sus contactos e interacciones, al interior de sus entornos personales, familiares y sociales, la sanidad y la salud en “lo interno, lo propio y lo esencial”, que necesitan y demandan en su vida misma, para reconocer, expresar y comunicar su felicidad integral cotidiana.