¡Hola!…¡Buenas Tardes!…¿Qué tal?. En el artículo anterior, hablé sobre, ¿qué quieren los niños de hoy?, partiendo de dos conceptos clave, como son, Iniciativa, comprendida y definida, como el rasgo de la personalidad que impulsa a una persona a actuar para “comenzar algo” que quiere y que necesita, y Voluntad, comprendida y definida, como la capacidad de los seres humanos que moviliza a una persona a actuar para “hacer algo” que quiere y que necesita con la intención de alcanzar un logro personal y natural. En ese sentido, cuando hablo sobre, ¿qué quieren los niños de hoy?, puedo decir que, si bien es cierto que, por desconocimiento acerca del mundo interior de los niños, se suele pensar y señalar que, la escucha, como un gesto y una actitud, se ubica en un segundo plano, ante las necesidades y los intereses, propios y particulares de los niños, como por ejemplo, sus juegos, estoy experimentando y aprendiendo que, hoy por hoy, los niños, a nuestro cargo, como pueden ser hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnos, quieren una escucha, activa y actualizada, de parte de nosotros los adultos a cargo, como podemos ser, padres o madres, abuelos o abuelas, tíos o tías, y maestros o maestros, pues la escucha, como una expresión física y una expresión espiritual, por las cuales, los niños, evidencian y sienten, que los están entendiendo y les están respondiendo, en sus necesidades y sus intereses, personales y naturales, facilita y favorece, su toma de decisiones y su consecuente actuar, para “comenzar algo”, con iniciativa y voluntad, y con armonía y equilibrio, según aquello que naturalmente requieren para sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, durante su diaria convivencia interpersonal, al interior de sus entornos personal, familiar y social. Y, asimismo, cuando hablo sobre, ¿qué quieren los niños de hoy?, comprendo y explico que, para que los niños, emprendan y logren, un transitar, personal y natural, por sus experiencias, contenidas de emociones y eventuales, sentimientos, como pueden ser, el miedo, la valentía, la tristeza, la felicidad, la molestia y el agrado, como un requerimiento previo para tomar sus decisiones, y en consecuencia actuar, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, quieren que los adultos a su cargo, como pueden ser sus madres o sus padres, sus abuelos o sus abuelas, sus tíos o sus tías, y sus maestros o sus maestras, les muestren y les demuestren, una escucha, consciente y comprometida, que involucre sus oídos, pero sobre todo, involucre sus ojos y su consecuente mirada, con empatía y simpatía, hechas realidad durante su diaria convivencia y sus desarrollos , en lo físico, lo mental, lo emocional, y lo social, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnas, al interior de sus entornos personal, familiar y social.
En el artículo actual, entonces, voy a hablar sobre, ¿qué necesitan los niños de hoy?, partiendo de dos conceptos clave, como son, Libertad, comprendida y definida, como capacidad o aptitud, personal y natural, para tomar decisiones y en consecuencia actuar con iniciativa o según la sensación que nos impulsa a “comenzar algo”, que queremos y necesitamos, por la armonía y el bienestar nuestro y de los nuestros, y Confianza, comprendida y definida, como capacidad o aptitud, personal y natural, para afrontar la vida y en consecuencia actuar con voluntad o según la sensación que nos moviliza a “hacer algo”, que queremos y necesitamos, incluida la intención de alcanzar un logro personal y natural, por el equilibrio y el bienestar nuestro y de los nuestros, pues si bien es cierto que, por desconocimiento acerca del mundo interior de los niños, se suele pensar y señalar que, la sinceridad, como un gesto y una actitud, se ubica en un segundo plano, ante las necesidades y los intereses, propios y particulares de los niños, como por ejemplo, sus juegos, estoy experimentando y aprendiendo que, hoy por hoy, los niños, a nuestro cargo, como pueden ser hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnos, necesitan una sinceridad, activa y actualizada, de parte de nosotros los adultos a cargo, como podemos ser, padres o madres, abuelos o abuelas, tíos o tías, y maestros o maestros, pues la sinceridad, como una expresión física y una expresión espiritual, por las cuales, los niños, evidencian y sienten, que quien les habla, obra y se expresa con verdad, sencillez y honestidad, ante sus necesidades y sus intereses, personales y naturales, facilita y favorece, su afrontar la vida y su consecuente actuar, para “hacer algo”, incluida la intención de alcanzar un logro personal y natural, con iniciativa y voluntad, y con armonía y equilibrio, según aquello que naturalmente demandan para sus desarrollos, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, durante su diaria convivencia interpersonal, al interior de sus entornos personal, familiar y social.
De esta manera, cuando hablo sobre, ¿qué necesitan los niños de hoy?, partiendo de dos conceptos clave, como son, Libertad, comprendida y definida, como capacidad o aptitud, personal y natural, para tomar decisiones y en consecuencia actuar con iniciativa o según la sensación que nos impulsa a “comenzar algo”, que queremos y necesitamos, por la armonía y el bienestar nuestro y de los nuestros, y Confianza, comprendida y definida, como capacidad o aptitud, personal y natural, para afrontar la vida y en consecuencia actuar con voluntad o según la sensación que nos moviliza a “hacer algo”, que queremos y necesitamos, incluida la intención de alcanzar un logro personal y natural, por el equilibrio y el bienestar nuestro y de los nuestros, comprendo y explico que, para que los niños, emprendan y logren, un transitar, personal y natural, por sus experiencias, contenidas de emociones y eventuales, sentimientos, como pueden ser, el miedo, la valentía, la tristeza, la felicidad, la molestia y el agrado, como una demanda previa para afrontar su vida, y en consecuencia actuar, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, necesitan que los adultos a su cargo, como pueden ser sus madres o sus padres, sus abuelos o sus abuelas, sus tíos o sus tías, y sus maestros o sus maestras, les muestren y les demuestren, una sinceridad, consciente y comprometida, que involucre sus oídos, pero sobre todo, involucre sus ojos y su consecuente mirada, con empatía y simpatía, hechas realidad durante su diaria convivencia y sus desarrollos, en lo físico, lo mental, lo emocional, y lo social, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnas, al interior de sus entornos personal, familiar y social.
En tal sentido, experimento y aprendo que, cuando hablo sobre, ¿qué necesitan los niños de hoy?, comprendiendo y explicando que, para que los niños, emprendan y logren, un transitar, personal y natural, por sus experiencias, contenidas de emociones y eventuales, sentimientos, como pueden ser, el miedo, la valentía, la tristeza, la felicidad, la molestia y el agrado, como una demanda previa para afrontar su vida, y en consecuencia actuar, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, necesitan que los adultos a su cargo, como pueden ser sus madres o sus padres, sus abuelos o sus abuelas, sus tíos o sus tías, y sus maestros o sus maestras, les muestren y les demuestren, una sinceridad, consciente y comprometida, que involucre sus oídos, pero sobre todo, involucre sus ojos y su consecuente mirada, con empatía y simpatía, hechas realidad durante su diaria convivencia y sus desarrollos, en lo físico, lo mental, lo emocional, y lo social, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnas, al interior de sus entornos personal, familiar y social, ocurre que, una sinceridad, con empatía, comprendida y definida, como capacidad, personal y natural, de comprender las emociones y los sentimientos de “el otro”, sobre la base de reconocer e identificar a “el otro”, como igual en necesidades e intereses, facilita y favorece, el hecho que, los niños, evidencien y sientan, el impulso y la movilización, personales y naturales, para “hacer algo”, incluida la intención de alcanzar un logro personal y natural, vinculado y relacionado, con sus desarrollos, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social.
En tal sentido, también, experimento y aprendo que, cuando hablo sobre, ¿qué necesitan los niños de hoy?, comprendiendo y explicando que, para que los niños, emprendan y logren, un transitar, personal y natural, por sus experiencias, contenidas de emociones y eventuales, sentimientos, como pueden ser, el miedo, la valentía, la tristeza, la felicidad, la molestia y el agrado, como una demanda previa para afrontar su vida, y en consecuencia actuar, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, necesitan que los adultos a su cargo, como pueden ser sus madres o sus padres, sus abuelos o sus abuelas, sus tíos o sus tías, y sus maestros o sus maestras, les muestren y les demuestren, una sinceridad, consciente y comprometida, que involucre sus oídos, pero sobre todo, involucre sus ojos y su consecuente mirada, con empatía y simpatía, hechas realidad durante su diaria convivencia y sus desarrollos, en lo físico, lo mental, lo emocional, y lo social, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnas, al interior de sus entornos personal, familiar y social, ocurre que, una sinceridad, con simpatía, comprendida y definida, como capacidad, personal y natural, de percibir y sentir directamente, de modo que, se logre experimentar el cómo siente las emociones y los sentimientos “el otro”, sobre la base de reconocer e identificar a “el otro”, como igual en necesidades e intereses, facilita y favorece, el hecho que, los niños, evidencien y sientan, el impulso y la movilización, personales y naturales, para “hacer algo”, incluida la intención de alcanzar un logro, personal y natural, vinculado y relacionado, con sus desarrollos, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social.
Es así como, cuando hablamos de la comprensión y la regulación de las emociones, en las niñas y los niños, desde una toma de conciencia, sobre su realidad, personal, familiar y social, incluidos, los retos, los cambios y los logros, con el propósito de corregir, resolver, e, incluso, mejorar, un comportamiento y, una eventual actitud, como consecuencia de una adaptación a su realidad, personal, familiar y social, vivenciada y experimentada, con agrado, gusto y placer, en la cual, niños y niñas, vivencian y experimentan, una activación y una actualización, de sus sentimientos de valentía y felicidad, y amor por un@ mism@ y, por l@s demás, estamos hablando de formar, educar y acompañar a las niñas y los niños, en el aprendizaje y la comprensión sobre, Libertad, comprendida y definida, como capacidad o aptitud, personal y natural, para tomar decisiones y en consecuencia actuar con iniciativa o según la sensación que nos impulsa a “comenzar algo”, que queremos y necesitamos, por la armonía y el bienestar nuestro y de los nuestros, y Confianza, comprendida y definida, como capacidad o aptitud, personal y natural, para afrontar la vida y en consecuencia actuar con voluntad o según la sensación que nos moviliza a “hacer algo”, que queremos y necesitamos, incluida la intención de alcanzar un logro personal y natural, por el equilibrio y el bienestar nuestro y de los nuestros, con la finalidad que, los niños y las niñas, con el acompañamiento adulto, comprendan y expliquen que, en su presente y a lo largo de su vida, personal, familiar y social, una sinceridad, con empatía, comprendida y definida, como capacidad, personal y natural, de comprender las emociones y los sentimientosde “el otro”, sobre la base de reconocer e identificar a “el otro”, como igual en necesidades e intereses, facilita y favorece, el hecho que, otros niños, evidencien y sientan, el impulso y la movilización, personales y naturales, para “comenzar algo”, vinculado y relacionado, con sus desarrollos, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, y aprendan que, una sinceridad, con simpatía, comprendida y definida, como capacidad, personal y natural, de percibir y sentir directamente, de modo que, se logre experimentar el cómo siente las emociones y los sentimientos “el otro”, sobre la base de reconocer e identificar a “el otro”, como igual en necesidades e intereses, facilita y favorece, el hecho que, otros niños, evidencien y sientan, el impulso y la movilización, personales y naturales, para “hacer algo”, incluida la intención de alcanzar un logro, personal y natural, vinculado y relacionado, con sus desarrollos, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social.
Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, el significado y el sentido que tiene, la sinceridad, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que, natural y habitualmente, manifiestan y expresan, diferentes y diversos, tiempos y momentos, de sensaciones, emociones y sentimientos, conectados entre sí y, conectados con otros, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a desarrollar y progresar, en el afrontar la vida y en la consecuente acción, con el propósito de “hacer algo”, incluida la intención de alcanzar un logro personal y natural, impulsados y movilizados por la sinceridad, activa y actualizada de los adultos y los niños de sus entornos personal, familiar y social, en las niñas y los niños, sobre todo en los momentos y los lugares de juego, en los cuales, se originan oportunidades y posibilidades, para el contacto y la interacción, natural, espontánea e innata, con el ambiente, l@scompañer@s y, los materiales de juego, pues ser sincero y experimentar la sinceridad y, el obrar y expresarse con verdad, sencillez y honestidad de quien les habla, puede ser muy positivo y favorable, para su crecimiento, su evolución y, sus logros, personales, emocionales y, afectivos, en los grupos de juego.