Educación Emocional,… ¿qué quieren los niños de hoy?…

¡Hola!…¡Buenos Días!…¿Qué tal?. En el artículo anterior, hablé sobre, ¿por qué sí ser “sincero”?, partiendo de dos conceptos clave, como son, Aprender, comprendido y definido, como capacidad y proceso de cultivarse, en “lo interno, lo propio y lo esencial”, para modificar y adquirir habilidades, destrezas, conocimientos, conductas y valores que queremos y necesitamos para que como personas alcancemos el desarrollo personal y natural en los entornos personal, familiar y social, y Desarrollar, comprendido y definido, como capacidad y proceso de extenderse, en “lo personal, lo familiar y lo social”, para ampliar y mejorar habilidades, destrezas, conocimientos, conductas y valores que queremos y necesitamos para que como personas logremos la madurez y el crecimiento que requerimos para tomar decisiones y afrontar la vida, y en consecuencia actuar, con armonía y equilibrio. En ese sentido, cuando hablo sobre, ¿por qué sí ser “sincero”?, puedo decir que, si bien es cierto que, por costumbre o norma, solemos reconocer e identificar que, el estímulo y la motivación, para cultivarnos en “lo interno, lo propio y lo esencial”, y extendernos en “lo personal, lo familiar y lo social”, con iniciativa y voluntad, y con armonía y equilibrio, según aquello que naturalmente queremos y necesitamos, se origina y se dirige desde el mundo interior, estoy experimentando y aprendiendo que, los aprendizajes y los desarrollos en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, son naturalmente estimulados desde el mundo interior, y socialmente motivados desde el mundo exterior, por la sinceridad, que como gesto o expresión física, y como actitud o expresión espiritual, es una realidad, personal y natural, oportuna y posible de lograr en nuestros contactos e interacciones, al interior de nuestros entornos personal, familiar y social, facilita y favorece, la activación y la actualización en nosotros, de la libertad y la confianza de manifestar en “lo personal, lo familiar y lo social”, quiénes somos, qué queremos y qué necesitamos en “lo personal, lo interno y lo esencial”. Y, asimismo, cuando hablo sobre, ¿por qué sí ser “sincero”?, comprendo y explico que, en nuestra convivencia física, mental, emocional y social, al interior de nuestros entornos personal, familiar y social, la sinceridad, como un gesto y una actitud, es un necesario e importante factor natural y social, en el proceso propio y particular, por el cual, se origina y se dirige, el aprendizaje, el desarrollo y los consecuentes cambios a niveles físico, mental, emocional y social de una persona, por lo mismo que, como un elemento natural y social de la convivencia física, mental, emocional y social, al interior de nuestros entornos personal, familiar y social, durante la convivencia personal, familiar y social, la sinceridad, facilita y favorece que podamos actuar con libertad y confianza, en el momento de tomar decisiones y afrontar la vida, con armonía y equilibrio, y con iniciativa y voluntad, con el propósito personal y natural de lograr “comenzar algo” y “hacer algo”, que queremos y necesitamos, por el bienestar nuestro y de los nuestros.

En el artículo actual, entonces, voy a hablar sobre, ¿qué quieren los niños de hoy?, partiendo de dos conceptos clave, como son, Iniciativa, comprendida y definida, como el rasgo de la personalidad que impulsa a una persona a actuar para comenzar algo” que quiere y que necesita, y Voluntad, comprendida y definida, como la capacidad de los seres humanos que moviliza a una persona a actuar para hacer algo” que quiere y que necesita con la intención de alcanzar un logro personal y natural, pues si bien es cierto que, por desconocimiento acerca del mundo interior de los niños, se suele pensar y señalar que, la escucha, como un gesto y una actitud, se ubica en un segundo plano, ante las necesidades y los intereses, propios y particulares de los niños, como por ejemplo, sus juegos, estoy experimentando y aprendiendo que, hoy por hoy, los niños, a nuestro cargo, como pueden ser hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnos, quieren una escucha, activa y actualizada, de parte de nosotros los adultos a cargo, como podemos ser, padres o madres, abuelos o abuelas, tíos o tías, y maestros o maestros, pues la escucha, como una expresión física y una expresión espiritual, por las cuales, los niños, evidencian y sienten, que los están entendiendo y les están respondiendo, en sus necesidades y sus intereses, personales y naturales, facilita y favorece, su toma de decisiones y su consecuente actuar, para “comenzar algo”, con iniciativa y voluntad, y con armonía y equilibrio, según aquello que naturalmente requieren para sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, durante su diaria convivencia interpersonal, al interior de sus entornos personal, familiar y social.

De esta manera, cuando hablo sobre, ¿qué quieren los niños de hoy?, partiendo de dos conceptos clave, como son, Iniciativa, comprendida y definida, como el rasgo de la personalidad que impulsa a una persona a actuar para comenzar algo” que quiere y que necesita, y Voluntad, comprendida y definida, como la capacidad de los seres humanos que moviliza a una persona a actuar para hacer algo” que quiere y que necesita con la intención de alcanzar un logro personal y natural, comprendo y explico que, para que los niños, emprendan y logren, un transitar, personal y natural, por sus experiencias, contenidas de emociones y eventuales, sentimientos, como pueden ser, el miedo, la valentía, la tristeza, la felicidad, la molestia y el agrado, como un requerimiento previo para tomar sus decisiones, y en consecuencia actuar, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, quieren que los adultos a su cargo, como pueden ser sus madres o sus padres, sus abuelos o sus abuelas, sus tíos o sus tías, y sus maestros o sus maestras, les muestren y les demuestren, una escucha, consciente y comprometida, que involucre sus oídos, pero sobre todo, involucre sus ojos y su consecuente mirada, con empatía y simpatía, hechas realidad durante su diaria convivencia y sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional, y lo social, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnas, al interior de sus entornos personal, familiar y social.

En tal sentido, experimento y aprendo que, cuando hablo sobre, ¿qué quieren los niños de hoy?, comprendiendo y explicando que, para que los niños, emprendan y logren, un transitar, personal y natural, por sus experiencias, contenidas de emociones y eventuales, sentimientos, como pueden ser, el miedo, la valentía, la tristeza, la felicidad, la molestia y el agrado, como un requerimiento previo para tomar sus decisiones, y en consecuencia actuar, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, quieren que los adultos a su cargo, como pueden ser sus madres o sus padres, sus abuelos o sus abuelas, sus tíos o sus tías, y sus maestros o sus maestras, les muestren y les demuestren, una escucha, consciente y comprometida, que involucre sus oídos, pero sobre todo, involucre sus ojos y su consecuente mirada, con empatía y simpatía, hechas realidad durante su diaria convivencia y sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional, y lo social, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnas, al interior de sus entornos personal, familiar y social, ocurre que, una escucha, con empatía, comprendida y definida, como capacidad, personal y natural, de comprender las emociones y los sentimientos de “el otro, sobre la base de reconocer e identificar a “el otro”, como igual en necesidades e intereses, facilita y favorece, el hecho que, los niños, evidencien y sientan, el impulso y la movilización, personales y naturales, para “comenzar algo”, vinculado y relacionado, con sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social.

En tal sentido, también, experimento y aprendo que, cuando hablo sobre, ¿qué quieren los niños de hoy?, comprendiendo y explicando que, para que los niños, emprendan y logren, un transitar, personal y natural, por sus experiencias, contenidas de emociones y eventuales, sentimientos, como pueden ser, el miedo, la valentía, la tristeza, la felicidad, la molestia y el agrado, como un requerimiento previo para tomar sus decisiones, y en consecuencia actuar, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, quieren que los adultos a su cargo, como pueden ser sus madres o sus padres, sus abuelos o sus abuelas, sus tíos o sus tías, y sus maestros o sus maestras, les muestren y les demuestren, una escucha, consciente y comprometida, que involucre sus oídos, pero sobre todo, involucre sus ojos y su consecuente mirada, con empatía y simpatía, hechas realidad durante su diaria convivencia y sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional, y lo social, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y alumnos o alumnas, al interior de sus entornos personal, familiar y social, ocurre que, una escucha, con simpatía, comprendida y definida, como capacidad, personal y natural, de percibir y sentir directamente, de modo que, se logre experimentar el cómo siente las emociones y los sentimientos “el otro, sobre la base de reconocer e identificar a “el otro”, como igual en necesidades e intereses, facilita y favorece, el hecho que, los niños, evidencien y sientan, el impulso y la movilización, personales y naturales, para “hacer algo”, incluida la intención de alcanzar un logro, personal y natural, vinculado y relacionado, con sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social.

Es así como, cuando hablamos de la comprensión y la regulación de las emociones, en las niñas y los niños, desde una toma de conciencia, sobre su realidad, personal, familiar y social, incluidos, los retos, los cambios y los logros, con el propósito de corregir, resolver, e, incluso, mejorar, un comportamiento y, una eventual actitud, como consecuencia de una adaptación a su realidad, personal, familiar y social, vivenciada y experimentada, con agrado, gusto y placer, en la cual, niños y niñas, vivencian y experimentan, una activación y una actualización, de sus sentimientos de valentía y felicidad, y amor por un@ mism@ y, por l@s demás, estamos hablando de formar, educar y acompañar a las niñas y los niños, en el aprendizaje y la comprensión sobre, Iniciativa, comprendida y definida, como el rasgo de la personalidad que impulsa a una persona a actuar para comenzar algo” que quiere y que necesita, y Voluntad, comprendida y definida, como la capacidad de los seres humanos que moviliza a una persona a actuar para hacer algo” que quiere y que necesita con la intención de alcanzar un logro personal y natural, con la finalidad que, los niños y las niñas, con el acompañamiento adulto, comprendan y expliquen que, en su presente y a lo largo de su vida, personal, familiar y social, una escucha, con empatía, comprendida y definida, como capacidad, personal y natural, de comprender las emociones y los sentimientos de “el otro, sobre la base de reconocer e identificar a “el otro”, como igual en necesidades e intereses, facilita y favorece, el hecho que, otros niños, evidencien y sientan, el impulso y la movilización, personales y naturales, para “comenzar algo”, vinculado y relacionado, con sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social, y aprendan que, una escucha, con simpatía, comprendida y definida, como capacidad, personal y natural, de percibir y sentir directamente, de modo que, se logre experimentar el cómo siente las emociones y los sentimientos “el otro, sobre la base de reconocer e identificar a “el otro”, como igual en necesidades e intereses, facilita y favorece, el hecho que, otros niños, evidencien y sientan, el impulso y la movilización, personales y naturales, para “hacer algo”, incluida la intención de alcanzar un logro, personal y natural, vinculado y relacionado, con sus aprendizajes, en lo físico, lo mental, lo emocional y lo social.

Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, el significado y el sentido que tiene, la escucha, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que, natural y habitualmente, manifiestan y expresan, diferentes y diversos, tiempos y momentos, de sensaciones, emociones y sentimientos, conectados entre sí y, conectados con otros, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a desarrollar y progresar, en la toma de decisiones y en la consecuente acción, con el propósito de “comenzar algo”, impulsados y movilizados por la escucha, activa y actualizada de los adultos y los niños de sus entornos personal, familiar y social, en las niñas y los niños, sobre todo en los momentos y los lugares de juego, en los cuales, se originan oportunidades y posibilidades, para el contacto y la interacción, natural, espontánea e innata, con el ambiente, l@scompañer@s y, los materiales de juego, pues saber escuchar y experimentar la escucha, el entendimiento y la respuesta de quien los escucha, puede ser muy positivo y favorable, para su crecimiento, su evolución y, sus logros, personales, emocionales y, afectivos, en los grupos de juego.