¡Hola!…¡Buenos Días!…¿Qué tal?. En los blogs anteriores, hablé sobre, ¿dónde habita la felicidad?, y hablé sobre, ¿cómo reconocer la felicidad?, explicando la relación entre, la felicidad, como una emoción o un estado emocional, que manifiesta y expresa, nuestra sensación y nuestro sentimiento de bienestar, personal, emocional y afectivo, vinculado y relacionado, con el logro de nuestros sueños, deseos y propósitos, en los entornos personal, familiar y social, y el hábitat, como el espacio espiritual y emocional, que contiene las condiciones personales y naturales, necesarias para el logro de nuestros sueños, deseos y propósitos, en los entornos personal, familiar y social. En ese sentido, cuando hablo sobre, ¿dónde habita la felicidad?, experimento y aprendo que, el hábitat o el espacio espiritual y emocional, que naturalmente contiene las condiciones personales y naturales, en «lo interno, lo propio y lo esencial», como condiciones personales, emocionales y afectivas, buenas y positivas, necesarias para el logro de la felicidad, vinculada y relacionada, con el logro de nuestros sueños, deseos y propósitos, en los entornos personal, familiar y social, es naturalmente nuestro mundo interior. Y, asimismo, cuando hablo sobre, ¿cómo reconocer la felicidad?, experimento y aprendo que, la felicidad, que sentimos, manifestamos y expresamos, de manera especial y valiosa, en nuestros contactos e interacciones, personales, emocionales y afectivos, se puede reconocer en nuestros «yo soy» y «yo puedo», sanos y saludables, que como construcciones personales y naturales, evidencian el conocimiento y la estabilidad que logramos, acerca de nuestras características y cualidades, personales, emocionales y afectivas, según las cuales, actuamos, pensamos y sentimos con bienestar.
En el blog actual, entonces, voy a hablar sobre, ¿qué representa un árbol?, explicando la relación entre, el hábitat, como el espacio espiritual y emocional, que contiene las condiciones personales y naturales, necesarias para el logro de nuestros sueños, deseos y propósitos, en los entornos personal, familiar y social, y el árbol, como una planta con un tallo leñoso ramificado a una altura del suelo, que en la madurez logra una altura diferente, superior a un determinado límite, dependiendo de factores internos, como son su diámetro y la rigidez de sus tejidos vegetales, y de factores externos, como es el ambiente, logrando alcanzar los dos metros, los tres metros, los cinco metros o los seis metros, pues si bien es cierto que, por experiencia y aprendizaje socio – culturales, se tiende y se suele, vincular y relacionar, las características y las cualidades de un árbol, solamente con los factores, propios y particulares, de su especie, estoy aprendiendo y comprendiendo que, las características y las cualidades, propias y particulares, de cada árbol, son el resultado de una participación de los factores de su especie, como factores internos, y los factores de su entorno, como factores externos.
De esta manera, entonces, cuando hablo sobre, ¿qué representa un árbol?, explicando la relación entre, el hábitat, como el espacio espiritual y emocional, que contiene las condiciones personales y naturales, necesarias para el logro de nuestros sueños, deseos y propósitos, en los entornos personal, familiar y social, y el árbol, como una planta con un tallo leñoso ramificado a una altura del suelo, que en la madurez logra una altura diferente, superior a un determinado límite, dependiendo de factores internos, como son su diámetro y la rigidez de sus tejidos vegetales, y de factores externos, como es el ambiente, logrando alcanzar los dos metros, los tres metros, los cinco metros o los seis metros, estoy comprendiendo y explicando que, las características y las cualidades de un árbol, vinculadas y relacionadas, con lo que un árbol, naturalmente, representa para cada uno de nosotros, como pueden ser, la fuerza de sus raíces, la firmeza de su tronco, la extensión de sus ramas y la luz de sus hojas, reconocidas e identificadas, como las características y las cualidades, que por sí mismas, nos hablan de cómo es un árbol, en «lo interno, lo propio y lo esencial», resultan de la especie y el entorno.
En tal sentido, experimento y aprendo que, cuando se habla sobre, ¿qué representa un árbol?, comprendiendo y explicando que, independientemente, de su color, su forma y su tamaño, un árbol, como una planta con un tallo leñoso ramificado a una altura del suelo, simboliza la vida, el aprendizaje y el crecimiento, que cada uno de nosotros, y que todos nosotros, alcanzamos en «lo interno, lo propio y lo esencial», como personas, familias y sociedades, es necesario e importante que, comprendamos y expliquemos que, un árbol, naturalmente, reconocido e identificado, por sus características y sus cualidades, como son la fuerza de sus raíces, la firmeza de su tronco, la extensión de sus ramas y la luz de sus hojas, representa para cada uno de nosotros, y todos nosotros, aquello que, de modo individual o de modo grupal, nos hace felices, a nivel personal, emocional y afectivo, ocurriendo que, nuestro árbol, puede representar lo que, en la vida, el aprendizaje y el crecimiento que experimentamos, nos hace felices como personas, familias o sociedades, en lo que se refiere a nuestros logros de «el pasado», sentidos y evidenciados, como nuestros planes, objetivos y metas cumplidos.
En tal sentido, también, experimento y aprendo que, cuando se habla sobre, ¿qué representa un árbol?, comprendiendo y explicando que, independientemente, de su color, su forma y su tamaño, un árbol, como una planta con un tallo leñoso ramificado a una altura del suelo, simboliza la vida, el aprendizaje y el crecimiento, que cada uno de nosotros, y que todos nosotros, alcanzamos en «lo interno, lo propio y lo esencial», como personas, familias y sociedades, es necesario e importante que, comprendamos y expliquemos que, un árbol, naturalmente, reconocido e identificado, por sus características y sus cualidades, como son la fuerza de sus raíces, la firmeza de su tronco, la extensión de sus ramas y la luz de sus hojas, representa para cada uno de nosotros, y todos nosotros, aquello que, de modo individual o de modo grupal, nos hace felices, a nivel personal, emocional y afectivo, ocurriendo que, nuestro árbol, puede representar lo que, en la vida, el aprendizaje y el crecimiento que experimentamos, nos hace felices como personas, familias o sociedades, en lo que se refiere a nuestros logros de «el futuro», sentidos y evidenciados, como nuestros planes, objetivos y metas por cumplir.
Es así como, cuando hablamos de la comprensión y la regulación de las emociones, en las niñas y los niños, desde una toma de conciencia, sobre su realidad, personal, familiar y social, incluidos, los retos, los cambios y los logros, con el propósito de corregir, resolver, e, incluso, mejorar, un comportamiento y, una eventual actitud, como consecuencia de una adaptación a su realidad, personal, familiar y social, vivenciada y experimentada, con agrado, gusto y placer, en la cual, niños y niñas, vivencian y experimentan, una activación y una actualización, de sus sentimientos de valentía y felicidad, y amor por un@ mism@ y, por l@s demás, estamos hablando de formar, educar y acompañar a las niñas y los niños, en el aprendizaje y la comprensión sobre, el hecho que, las características y las cualidades de un árbol, vinculadas y relacionadas, con lo que un árbol, naturalmente, representa para cada uno de ellos y ellas, como pueden ser, la fuerza de sus raíces, la firmeza de su tronco, la extensión de sus ramas y la luz de sus hojas, reconocidas e identificadas, como las características y las cualidades, que por sí mismas, les hablan de cómo es un árbol, en «lo interno, lo propio y lo esencial», resultan de la especie o factores internos y el entorno o factores externos, con la finalidad que, los niños y las niñas, comprendan y expliquen que, un árbol, representa para cada uno de ellos y ellas, y todos ellos y ellas, aquello que, de modo individual o de modo grupal, les hace felices, a nivel personal, emocional y afectivo, ocurriendo que, su árbol, puede representar lo que, en la vida, el aprendizaje y el crecimiento que experimentan, les hace felices como personas, familias o sociedades, en lo que se refiere a sus logros de «el pasado» y a sus logros de «el futuro», sentidos y evidenciados, como sus planes, objetivos y metas, tanto cumplidos como por cumplir.
Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, el significado y el sentido que tiene, el árbol, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que, natural y habitualmente, manifiestan y expresan, diferentes y diversos, tiempos y momentos, de sensaciones, emociones y sentimientos, conectados entre sí y, conectados con otros, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a desarrollar y progresar, en las artes manuales, en las niñas y los niños, sobre todo en los momentos y los lugares de juego, en los cuales, se originan oportunidades y posibilidades, para el contacto y la interacción, natural, espontánea e innata, con el ambiente, l@s compañer@s y, los materiales de juego, pues lograr crear sus árboles con sus manos, puede ser muy positivo y favorable, para su crecimiento, su evolución y, sus logros, personales, emocionales y, afectivos, en los grupos de juego.