¡Hola!…¡Buenas Días!…¿Qué tal?. En los blogs anteriores, hablamos sobre, «el amor» y los primeros tres años en la vida de l@s niñ@s, y hablamos sobre, ¿cuándo se cortan los lazos con l@s niñ@s?, comprendiendo y explicando, la necesidad y la importancia que tienen, el contacto y la interacción con l@s niñ@s, desde el amor y su poder, y el juego, siempre y en especial, hacia los tres años de edad, aproximadamente, en adelante, para la construcción y la creación de lazos, vínculos y relaciones, personales, emocionales y afectivos, de valor y perdurables, en el tiempo y el espacio, al interior de los entornos, personal, familiar y social. En ese sentido, cuando hablamos sobre, «el amor» y los primeros tres años en la vida de l@s niñ@s, explicamos que, hacia los tres años de edad, cuando los niños y las niñas, adquieren la capacidad de narrar sus experiencias por medio del lenguaje, se comienza a desarrollar, la memoria autobiográfica, definida por su característico componente personal, emocional y afectivo, y, por su función en la percepción de la identidad, personal, familiar y social, que se construye y se crea, con el contenido de recuerdos, conocimientos y saberes, personales, emocionales y afectivos, sobre uno mismo, almacenados hacia los tres años de edad, aproximadamente, y a lo largo de toda la vida. Y, cuando hablamos sobre, ¿cuándo se cortan los lazos con l@s niñ@s?, explicamos que, a nivel emocional, los lazos con l@s niños, se cortan, perdiendo, naturalmente, su valor y su perdurabilidad, en el tiempo y el espacio, cuando, eventualmente, se cortan, el contacto y la interacción, personales, emocionales y afectivos, desde el amor y su poder, y el juego.
En el blog actual, entonces, vamos a hablar sobre, «el amor» y la amistad en la familia, explicando la correspondencia entre, el amor, con sus necesarios e importantes, observar con atención, escuchar con confianza, conocer con compromiso, y, seguir con convicción, y la amistad, como un lazo, un vínculo y una relación, personal, emocional y afectivo, que se construye y se crea, de manera natural, espontánea e innata, por los mismos, contacto e interacción, personales, emocionales y afectivos, vivenciados y experimentados, desde el amor y su poder, y el juego, pues si bien es cierto que, sin el contacto y la interacción, personales, emocionales y afectivos, desde el amor y su poder, y el juego, al interior de los entornos, personal, familiar y social, a nivel emocional, se cortan, los lazos, con sus consecuentes vínculos y relaciones, personales, emocionales y afectivos, sucede que, con el contacto y la interacción, personales, emocionales y afectivos, desde el amor y su poder, y el juego, al interior de los entornos, personal, familiar y social, a nivel emocional, se fortalecen, los lazos, con sus consecuentes vínculos y relaciones, personales, emocionales y afectivos, logrando desarrollar, crecer y madurar, como lazos, vínculos y relaciones, personales, emocionales y afectivos, con fondo y forma de amistad, construidos y creados, independientemente, de la edad y el género, con un valor y una perdurabilidad, en el tiempo y el espacio.
De esta manera, cuando hablamos sobre, «el amor» y la amistad en la familia, explicando la correspondencia entre, el amor, con sus necesarios e importantes, observar con atención, escuchar con confianza, conocer con compromiso, y, seguir con convicción, y la amistad, como un lazo, un vínculo y una relación, personal, emocional y afectivo, que se construye y se crea, de manera natural, espontánea e innata, por los mismos, contacto e interacción, personales, emocionales y afectivos, vivenciados y experimentados, desde el amor y su poder, y el juego, explicamos que, reconocemos e identificamos, como características primarias y básicas de la amistad, los valores y los principios, primarios y básicos, de un lazo, un vínculo y una relación, personal, emocional y afectivo, sustentado y fundamentado, en el amor y su poder, como son: la sinceridad, la lealtad, la delicadeza, el respeto, la amabilidad, el afecto, la reciprocidad, la aportación, la aceptación, la tolerancia, la credulidad, el asesoramiento, el interés, el cuidado, la integridad, y la generosidad, que puestos en práctica y ejercitados, en la comunicación y el intercambio, personales, emocionales y afectivos, de a dos, hacen oportuna y posible, una amistad.
Asimismo, cuando hablamos sobre, «el amor» y la amistad en la familia, explicando la correspondencia entre, el amor, con sus necesarios e importantes, observar con atención, escuchar con confianza, conocer con compromiso, y, seguir con convicción, y la amistad, como un lazo, un vínculo y una relación, personal, emocional y afectivo, que se construye y se crea, de manera natural, espontánea e innata, por los mismos, contacto e interacción, personales, emocionales y afectivos, vivenciados y experimentados, desde el amor y su poder, y el juego, explicamos que, reconocemos e identificamos, como la función primaria y básica de la amistad, el ofrecer la oportunidad y la posibilidad de compartir, con una persona significativa, de un modo natural, espontáneo e innato, y en un ambiente físico y emocional, de tranquilidad y seguridad, personales, emocionales y afectivas mutuas, el mundo interior, que construimos y creamos, en el contacto y la interacción, con nosotros mismos y, con otros, al interior de los entornos, personal, familiar y social, contenido de: preguntas, respuestas, sensaciones, sentimientos, ideas, pensamientos, deseos, opiniones, planes, proyectos, entre otros, que habitan en nosotros.
En tal sentido, cuando hablamos sobre, «el amor» y la amistad en la familia, explicando la correspondencia entre, el amor, con sus necesarios e importantes, observar con atención, escuchar con confianza, conocer con compromiso, y, seguir con convicción, y la amistad, como un lazo, un vínculo y una relación, personal, emocional y afectivo, que se construye y se crea, de manera natural, espontánea e innata, por los mismos, contacto e interacción, personales, emocionales y afectivos, vivenciados y experimentados, desde el amor y su poder, y el juego, explicamos que, siendo la familia, un medio y un recurso, idealmente, bueno y positivo, para la puesta en práctica y el ejercicio de el amor, con sus necesarios e importantes, observar con atención, escuchar con confianza, conocer con compromiso, y, seguir con convicción, corresponde reconocer e identificar, el entorno familiar, como un ambiente físico y emocional, de tranquilidad y seguridad, personales, emocionales y afectivas mutuas, que puede facilitar, favorecer y promover, de modo natural, espontáneo e innato, la amistad, entre sus miembros, primarios y básicos, como pueden ser, los papás, las mamás, los hijos y las hijas, haciendo oportunos y posibles, el logro de los valores y los principios de, sinceridad, lealtad, delicadeza, respeto, amabilidad, afecto, reciprocidad, aportación, aceptación, tolerancia, credulidad, asesoramiento, interés, cuidado, integridad, y generosidad, así como, el compartir, con las personas significativas, los mundos interiores, contenidos de: preguntas, respuestas, sensaciones, sentimientos, ideas, pensamientos, deseos, opiniones, planes, proyectos, entre otros, que habitan en sí mismos.
Es así como, cuando hablamos de la comprensión y la regulación de las emociones, en las niñas y los niños, desde una toma de conciencia, sobre su realidad, personal, familiar y social, incluidos, los retos, los cambios y los logros, con el propósito de corregir, resolver, e, incluso, mejorar, un comportamiento y, una eventual actitud, como consecuencia de una adaptación a su realidad, personal, familiar y social, vivenciada y experimentada, con agrado, gusto y placer, en la cual, niños y niñas, vivencian y experimentan, una activación y una actualización, de sus sentimientos de valentía y felicidad, y amor por un@ mism@ y, por l@s demás, estamos hablando de formar, educar y acompañar a las niñas y los niños, en el amor, con sus necesarios e importantes, observar con atención, escuchar con confianza, conocer con compromiso, y, seguir con convicción, y la amistad, como un lazo, un vínculo y una relación, personal, emocional y afectivo, que se construye y se crea, de manera natural, espontánea e innata, por los mismos, contacto e interacción, personales, emocionales y afectivos, vivenciados y experimentados, desde el amor y su poder, y el juego, en la familia y, el entorno familiar, haciendo oportunos y posibles, el logro de los valores y los principios de, sinceridad, lealtad, delicadeza, respeto, amabilidad, afecto, reciprocidad, aportación, aceptación, tolerancia, credulidad, asesoramiento, interés, cuidado, integridad, y generosidad, así como, el compartir, con las personas significativas, los mundos interiores, contenidos de: preguntas, respuestas, sensaciones, sentimientos, ideas, pensamientos, deseos, opiniones, planes, proyectos, entre otros, que habitan en sí mismos.
Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, el significado y el sentido que tiene, el contacto y la interacción con l@s niñ@s, desde el amor y su poder, y el juego, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que, natural y habitualmente, manifiestan y expresan, diferentes y diversos, tiempos y momentos, de sensaciones, emociones y sentimientos, conectados entre sí y, conectados con otros, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a desarrollar y progresar, en la amistad, en las niñas y los niños, sobre todo en los momentos y los lugares de juego, en los cuales, se originan oportunidades y posibilidades, para el contacto y la interacción, natural, espontánea e innata, con el ambiente, l@s compañer@s y, los materiales de juego, pues compartir el mundo interior, puede ser muy positivo y favorable, para su crecimiento, su evolución y, sus logros, personales, emocionales y, afectivos, en los grupos de juego.