¡Hola!…¡Buenos Días!…¿Qué tal?. En los blogs anteriores, hablamos sobre, «el amor» y la dinámica social, comprendiendo y explicando que, entre el amor y la dinámica social, existe una correspondencia, natural, espontánea e innata, que hace oportunos y posibles, el reconocimiento, la expresión y la comunicación de sensaciones, sentimientos, ideas, pensamientos, deseos, opiniones, entre otros, entre todos y cada uno de nosotros, los seres humanos, como seres sociales, en contacto e interacción, al interior de nuestros entornos, personal, familiar y social. Y, hablamos sobre, yo te ayudo, tú me ayudas, comprendiendo y explicando que, si bien es cierto que, los seres humanos, como seres sociales, estamos en contacto e interacción, personales, emocionales y afectivos, continuos y permanentes, poniendo en práctica y ejercitando, la comunicación y el intercambio interpersonales, sucede que, para motivar e impulsar, la voluntad y la iniciativa de accionar, en favor de nosotros y, de otros, con el consecuente, contacto e interacción, personales, emocionales y afectivos, es necesario e importante, trabajar en, la empatía, la solidaridad y, la responsabilidad mutuos, conceptualizados en la proposición: yo te ayudo, tú me ayudas. En ese sentido, cuando hablamos sobre, yo te ayudo, tú me ayudas, hablamos de formar, educar y acompañar a las niñas y los niños, en la empatía, como un estado personal, emocional y afectivo, en la solidaridad, como la capacidad imaginativa, que construyen y crean, y, en la responsabilidad, como el valor, que desarrollan, exteriorizan y observan, de modo que, los niños y las niñas, se preocupen por el otro, en eventuales situaciones y circunstancias de problema, miren a otro, como compañero, en eventuales situaciones y circunstancias de problema, y, como seres sociales, asuman sus tareas, sean consecuentes con sus compromisos, tomen sus decisiones y, consecuentemente, cumplan con sus tareas y sus compromisos, de acuerdo con sus decisiones, al interior de sus entornos, personal, familiar y social.
En el blog actual, entonces, vamos a hablar sobre, «el amor» y los primeros tres años en la vida de l@s niñ@s, explicando la correspondencia entre, el amor y, el modelamiento, la formación y la educación de lazos, vínculos y relaciones personales, emocionales y afectivos, de valor y perdurables en el tiempo y el espacio, entre los niños y las niñas, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas, y los adultos responsables a cargo, en sus roles de padres o madres, abuelos o abuelas, tíos o tías, o, maestros o maestras, hacia los tres años de edad, aproximadamente, al interior de los entornos personal, familiar y social, pues si bien es cierto que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, conocemos sobre, la necesidad y la importancia de modelar, formar y educar lazos, vínculos y relaciones personales, emocionales y afectivos desde, el amor y su poder, a lo largo de toda la vida de los niños y las niñas, sucede que, por falta de conocimiento, sobre la memoria autobiográfica, su característica y su función, se suele desconocer el hecho que, las experiencias personales, emocionales y afectivas, en las cuales, se originan lazos, vínculos y relaciones personales, emocionales y afectivos, de valor y perdurables en el tiempo y el espacio, en los niños y las niñas, se suelen registrar de manera, efectiva y productiva, hacia los tres años de edad, aproximadamente.
De esta manera, cuando hablamos sobre, «el amor» y los primeros tres años en la vida de l@s niñ@s, explicando que, para modelar, formar y educar lazos, vínculos y relaciones personales, emocionales y afectivos, de valor y perdurables en el tiempo y el espacio, desde el amor, como la energía buena y positiva, que se activa y se actualiza, como un estímulo, sano y saludable, la empatía, como un estado personal, emocional y afectivo, la solidaridad, como la capacidad imaginativa, que construyen y crean, y, la responsabilidad, como el valor, que desarrollan, exteriorizan y observan, de modo que, los niños y las niñas, se preocupen por el otro, en eventuales situaciones y circunstancias de problema, miren a otro, como compañero, en eventuales situaciones y circunstancias de problema, y, como seres sociales, asuman sus tareas, sean consecuentes con sus compromisos, tomen sus decisiones y, consecuentemente, cumplan con sus tareas y sus compromisos, de acuerdo con sus decisiones, al interior de sus entornos, personal, familiar y social, explicamos la memoria autobiográfica, como la habilidad para recordar, a manera de episodios, sucesos autobiográficos del pasado, como pueden ser, los momentos vividos o los lugares visitados, que surge en la niñez, hacia los tres años de edad, aproximadamente, cuando los niños y las niñas, adquieren la capacidad para lograr narrar sus experiencias, por medio del lenguaje.
Asimismo, cuando hablamos sobre, «el amor» y los primeros tres años en la vida de l@s niñ@s, explicando que, para modelar, formar y educar lazos, vínculos y relaciones personales, emocionales y afectivos, de valor y perdurables en el tiempo y el espacio, desde el amor, como la energía buena y positiva, que se activa y se actualiza, como un estímulo, sano y saludable, la empatía, como un estado personal, emocional y afectivo, la solidaridad, como la capacidad imaginativa, que construyen y crean, y, la responsabilidad, como el valor, que desarrollan, exteriorizan y observan, de modo que, los niños y las niñas, se preocupen por el otro, en eventuales situaciones y circunstancias de problema, miren a otro, como compañero, en eventuales situaciones y circunstancias de problema, y, como seres sociales, asuman sus tareas, sean consecuentes con sus compromisos, tomen sus decisiones y, consecuentemente, cumplan con sus tareas y sus compromisos, de acuerdo con sus decisiones, al interior de sus entornos, personal, familiar y social, explicamos que, la principal característica, que define la memoria autobiográfica es, el componente personal, emocional y afectivo, que interviene y participa, en la narración de las experiencias seleccionadas, en el cual, se incluyen, el aprendizaje, el almacenamiento y el recuerdo de las experiencias seleccionadas, asociadas con sus respuestas fisiológicas y emocionales.
Y, cuando hablamos sobre, «el amor» y los primeros tres años en la vida de l@s niñ@s, explicando que, para modelar, formar y educar lazos, vínculos y relaciones personales, emocionales y afectivos, de valor y perdurables en el tiempo y el espacio, desde el amor, como la energía buena y positiva, que se activa y se actualiza, como un estímulo, sano y saludable, la empatía, como un estado personal, emocional y afectivo, la solidaridad, como la capacidad imaginativa, que construyen y crean, y, la responsabilidad, como el valor, que desarrollan, exteriorizan y observan, de modo que, los niños y las niñas, se preocupen por el otro, en eventuales situaciones y circunstancias de problema, miren a otro, como compañero, en eventuales situaciones y circunstancias de problema, y, como seres sociales, asuman sus tareas, sean consecuentes con sus compromisos, tomen sus decisiones y, consecuentemente, cumplan con sus tareas y sus compromisos, de acuerdo con sus decisiones, al interior de sus entornos, personal, familiar y social, explicamos que, la principal función, que define la memoria autobiográfica es, la percepción de nuestra identidad, personal, familiar y social, construida y creada, con el contenido de recuerdos, conocimientos y saberes, personales, emocionales y afectivos, que almacenamos sobre nosotros mismos, hacia los tres años de edad, aproximadamente, y a lo largo de toda nuestra vida.
Es así como, cuando hablamos de la comprensión y la regulación de las emociones, en las niñas y los niños, desde una toma de conciencia, sobre su realidad, personal, familiar y social, incluidos, los retos, los cambios y los logros, con el propósito de corregir, resolver, e, incluso, mejorar, un comportamiento y, una eventual actitud, como consecuencia de una adaptación a su realidad, personal, familiar y social, vivenciada y experimentada, con agrado, gusto y placer, en la cual, niños y niñas, vivencian y experimentan, una activación y una actualización, de sus sentimientos de valentía y felicidad, y amor por un@ mism@ y, por l@s demás, estamos hablando de formar, educar y acompañar a las niñas y los niños, en el desarrollo de, lazos, vínculos y relaciones personales, emocionales y afectivos, de valor y perdurables en el tiempo y el espacio, desde el amor, la empatía, la solidaridad, y la responsabilidad mutuos, vivenciados y experimentados en, el contacto y la interacción personales, emocionales y afectivos, en el tiempo y el espacio, con las personas, los momentos y los lugares significativos de sus entornos personal, familiar y social, de modo que, los niños y las niñas, logren almacenar recuerdos, conocimientos y saberes, sobre sí mismos, a partir de sus experiencias diarias y cotidianas, asociadas con sus respuestas fisiológicas y emocionales, con los cuales, los niños y las niñas, hacia los tres años de edad, aproximadamente, y a lo largo de toda su vida, tengan la oportunidad y la posibilidad de lograr construir y crear, una memoria autobiográfica, que facilite, favorezca y promueva, el desarrollo de una percepción de su identidad personal, familiar y social, sana y saludable.
Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, el significado y el sentido que tiene, la memoria autobiográfica, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que, natural y habitualmente, manifiestan y expresan, diferentes y diversos, tiempos y momentos, de sensaciones, emociones y sentimientos, conectados entre sí y, conectados con otros, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a desarrollar y progresar, en la memoria autobiográfica, en las niñas y los niños, sobre todo en los momentos y los lugares de juego, en los cuales, se originan oportunidades y posibilidades, para el contacto y la interacción, natural, espontánea e innata, con el ambiente, l@s compañer@s y, los materiales de juego, pues estimular lazos, vínculos y relaciones personales, emocionales y afectivos, puede ser muy positivo y favorable, para su crecimiento, su evolución y, sus logros, personales, emocionales y, afectivos, en los grupos de juego.