Educación Emocional, …el amor – propio…

¡Hola!…¿Qué tal?…¿Cómo están? En esta oportunidad, me motiva y me inspira, meditar y reflexionar, sobre los dos ingredientes que, siento y sé, son la base personal, emocional y afectiva, sobre la cual, crear una buena receta, espiritual y emocional, para formar y educar, a los niños y las niñas, en la construcción de, una vida sana y saludable, a niveles físico, mental, emocional y social. El primer ingrediente, es el amor – propio, o, el amor hacia uno mismo, que en forma natural y libre, nos conduce hacia el segundo ingrediente, como es el buen – trato, como la respuesta o la reacción, positiva o favorable, de uno mismo o del entorno, hacia uno mismo, desde una concepción o una definición, en oposición concreta y directa de la reacción o la respuesta, negativa o desfavorable, de uno mismo o del entorno, hacia uno mismo, que concebimos o definimos, como el mal – trato. El amor – propio, es una construcción personal, emocional y afectiva, alcanzada y lograda, en forma conjunta, con la experiencia del buen – trato, que junto con el mal – trato, es como una de las dos caras de «una misma moneda». El amor – propio, es causa y consecuencia del buen – trato, pues en medida que construimos el amor – propio, somos capaces de motivar e inspirar, reacciones o respuestas de buen – trato, y, en medida que logramos, reconocer e identificar, el mal – trato, trabajamos en el buen – trato, como reacción o respuesta esperada.

Hablando de, el amor – propio, como una vivencia y experiencia, personal, emocional y afectiva, necesaria e importante, en el desarrollo, el crecimiento y la maduración, de los niños y las niñas, podemos explicar que, cuando hablamos de «el amor – propio», estamos hablando que, el amor – propio o el amor hacia uno mismo, es la conexión, la aceptación y el respeto hacia las sensaciones, las emociones y los sentimientos, que vivenciamos y experimentamos, por nosotros mismos y, por nuestros componentes personales, emocionales y afectivos, como pueden ser, nuestro genio, nuestra figura, nuestro temperamento, nuestro carácter, nuestras actitudes y, nuestros comportamientos socio – personales.

Hablando de, el amor – propio, como una vivencia y experiencia, personal, emocional y afectiva, necesaria e importante, en el desarrollo, el crecimiento y la maduración, de los niños y las niñas, podemos explicar que, cuando hablamos de nuestros componentes personales, emocionales y afectivos, estamos hablando que, genio y figura, es la combinación de los aspectos emocionales y los aspectos físicos de una persona, que como componentes propios y particulares, de cada uno de nosotros, determinan nuestras diferenciadas y nuestras distintivas, forma de ser y forma de hacer, de acuerdo con la razón y el obrar bien, en las diferentes etapas y, los diversos momentos, de nuestra vida personal, emocional y afectiva.

Hablando de, el amor – propio, como una vivencia y experiencia, personal, emocional y afectiva, necesaria e importante, en el desarrollo, el crecimiento y la maduración, de los niños y las niñas, podemos explicar que, cuando hablamos de nuestros componentes personales, emocionales y afectivos, estamos hablando que, el temperamento, es el elemento de la personalidad, que surge de factores biológicos y genéticos, el carácter, es el elemento de la personalidad, que surge de factores ambientales y sociales, y, la personalidad, que resulta de la intervención del temperamento y el carácter, es el conjunto de características individuales, que determinan las tendencias comportamentales de una persona.

Hablando de, el amor – propio, como una vivencia y experiencia, personal, emocional y afectiva, necesaria e importante, en el desarrollo, el crecimiento y la maduración, de los niños y las niñas, podemos explicar que, cuando hablamos de nuestros componentes personales, emocionales y afectivos, estamos hablando que, las actitudes, son las predisposiciones aprendidas, a responder de forma consistente, de una manera favorable o desfavorable, ante alguien y/o algo, y, los comportamientos socio – personales, son las reacciones que tenemos los seres humanos, en relación con el medio, en el cual nos encontramos, y los estímulos que percibimos, para actuar y hablar, en cada espacio.

De esta manera, hablando de, la cosecha del amor y la identidad, como la experiencia de, conectar, aceptar y respetar, las sensaciones, las emociones y los sentimientos, que vivenciamos y experimentamos, por nosotros mismos y, por nuestros componentes personales, emocionales y afectivos, como pueden ser, nuestro genio, nuestra figura, nuestro temperamento, nuestro carácter, nuestras actitudes y, nuestros comportamientos socio – personales, en los diferentes ámbitos de la vida diaria o cotidiana, donde contactamos e interactuamos, como son el hogar, la escuela y, la comunidad, en general, y, en los vínculos y las relaciones personales, emocionales y afectivas, con el entorno, compuesto por espacios y personas, en el cual, nos ubicamos como los adultos a cargo, de los niños y las niñas, en las diferentes etapas y, los diversos momentos de su vida, diaria o cotidiana; y, la experiencia de los niños y las niñas de valorar y asimilar, su ser y su hacer, podemos explicar que, en el caso propio y particular, de los niños y las niñas, el amor – propio, incluidos los roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas, tiene el significado y el sentido, de motivar e inspirar, el reconocimiento y la identificación de sí mismos y los otros, como personas completas y autónomas, con la predisposición y la capacidad natural, de lograr la autorrealización, o, la expresión máxima de sus capacidades socio – personales.

Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, la necesidad y la importancia que tiene, el amor – propio, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que al igual que, una multicolor legión de lápices de colores, manifiestan y expresan, diferentes y diversos, colores y matices de colores de sensaciones, emociones y sentimientos, concretados y proyectados, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a reconocer, identificar, aceptar y respetar, sus componentes personales, emocionales y afectivos, como pueden ser, su genio, su figura, su temperamento, su carácter, sus actitudes y, sus comportamientos socio – personales, que como componentes propios y particulares, de cada niño o niña, en las diferentes etapas y los diversos momentos de su vida, determinan sus diferenciadas y sus distintivas, forma de ser y forma de hacer, siempre de acuerdo con la razón y el obrar bien.