¡Hola!…¿Qué tal?…¿Cómo se sienten? Como les contaba y les compartía, en el blog anterior, personalmente, como tía de mis cuatro sobrin@s, por mi hermana y por mi hermano, me siento y me sé, muy agradecida, muy bendecida y muy feliz, porque con mi acompañamiento y mi participación, en el rol y la función de tía, tengo la tranquilidad y la seguridad de haber sembrado el amor, que habita dentro de mí, en cada uno de los cuatro, contribuyendo a la construcción de su autoestima, durante sus primeros 20 años de vida, que comprenden su niñez y su adolescencia. Como les contaba y les compartía, los cuatro se encuentran viviendo y experimentado sus veintes, con 29 años, 26 años, 22 años y 21 años de edad, década en la cual, según puedo observar y comprender, están en la búsqueda de lograr una identidad personal, emocional y afectiva, en base a sus propias y particulares, vivencias y experiencias, personales, emocionales y afectivas, y, a partir de los adultos de su entorno, por la familia de papá o por la familia de mamá, como somos los familiares directos, por ser referentes personales y sociales, a conocer y valorar, por personalidades, temperamentos, caracteres y logros, entre los cuales, mis jóvenes sobrin@s, principalmente, suelen reconocer e identificar, a sus papás, sus abuel@s y sus tí@s, quienes, eventualmente, tenemos la oportunidad y la posibilidad, de cosechar el amor sembrado, durante su niñez y su adolescencia.
Hablando de, la cosecha del amor y la identidad, como una vivencia y experiencia, personal, emocional y afectiva, necesaria e importante, en el desarrollo, el crecimiento y la maduración, de los niños y las niñas, podemos explicar que, cuando hablamos de la cosecha del amor, estamos hablando que, el amor, como una cualidad básica del corazón, autodirigida hacia nosotros mismos y, dirigida hacia los otros, como un bien, espiritual y emocional, nos moviliza desde el interior, hacia nosotros mismos y, hacia los otros, para ayudar y apoyar, en la generación de las condiciones, personales, emocionales y afectivas, necesarias e importantes, para que, la felicidad, se expanda donde existe y, se logre donde hace falta.
Hablando de, la cosecha del amor y la identidad, como una vivencia y experiencia, personal, emocional y afectiva, necesaria e importante, en el desarrollo, el crecimiento y la maduración, de los niños y las niñas, podemos explicar que, cuando hablamos de la generación de condiciones, para que, la felicidad, se expanda y se logre, según leo e investigo, de acuerdo con Aristóteles, estamos hablando de, vivir una vida de acuerdo con la razón y el obrar bien y, de acuerdo con la búsqueda del bien final o último, en función de encontrarnos a nosotros mismos, sentirnos completos y, sabernos autónomos, para el logro de la autorrealización, como la expresión máxima, de nuestras capacidades socio – personales.
Hablando de, la cosecha del amor y la identidad, como una vivencia y experiencia, personal, emocional y afectiva, necesaria e importante, en el desarrollo, el crecimiento y la maduración, de los niños y las niñas, podemos explicar que, cuando hablamos de autorrealización, estamos hablando de, la autorrealización como, el logro pleno y satisfactorio de los deseos y las aspiraciones que, habitan en nuestro corazón y en nuestra mente, siempre de acuerdo con nuestro propio potencial interno, con nuestras propias capacidades socio – personales y, con nuestro propio esfuerzo individual, con lo cual, la autorrealización, como objetivo y como logro personal, implica el desarrollo pleno de nuestro propio potencial interno.
Hablando de, la cosecha del amor y la identidad, como una vivencia y experiencia, personal, emocional y afectiva, necesaria e importante, en el desarrollo, el crecimiento y la maduración, de los niños y las niñas, podemos explicar que, cuando hablamos de capacidades socio – personales, estamos hablando de, capacidades socio – personales como habilidades interpersonales, necesarias e importantes, en el día a día, entre las cuales, podemos reconocer e identificar, empatía, inteligencia, asertividad, escucha, comunicación, fluidez, negociación y, modulación, todas las cuales, canalizan la expresión de sentimientos, opiniones, deseos o necesidades, en diferentes contextos o situaciones, y con libertad.
De esta manera, hablando de, la cosecha del amor y la identidad, como la experiencia de, movilizarnos desde el interior, hacia nosotros mismos y, hacia los otros, para ayudar y apoyar, en la generación de las condiciones, personales, emocionales y afectivas, necesarias e importantes, para que, la felicidad, como expresión de satisfacción y bienestar, se expanda y, se logre, en los diferentes ámbitos de la vida diaria o cotidiana, donde puede existir o donde puede hacer falta, como son el hogar, la escuela y, la comunidad, en general, y, en los vínculos y las relaciones personales, emocionales y afectivas, con el entorno, compuesto por espacios y personas, en el cual, nos ubicamos como los adultos a cargo, de los niños y las niñas, en las diferentes etapas y, los diversos momentos de su vida, diaria o cotidiana; y, la experiencia de los niños y las niñas de valorar y asimilar, su ser y su hacer, podemos explicar que, en el caso propio y particular, de los niños y las niñas, la cosecha del amor y la identidad, incluidos los roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas, tiene el significado y el sentido, de facilitar, el vivir una vida de acuerdo con la razón y el obrar bien y, de acuerdo con la búsqueda del bien final o último, encontrándose a sí mismos, sintiéndose completos y, sabiéndose autónomos, para lograr la autorrealización, como expresión máxima, de sus capacidades socio – personales.
Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, reconozcamos e identifiquemos, la necesidad y la importancia que tiene, la autorrealización, en el proceso de modelar, formar y educar, el mundo interior de los niños y las niñas, que al igual que, la cola y el plumaje de la cola de un pavo real, manifiesta y expresa, diferentes y diversos, colores y matices de colores de sensaciones, emociones y sentimientos, concretados y proyectados, en sus roles, como pueden ser, hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, o, alumnos o alumnas. Y, en ese mismo sentido, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, trabajemos en la experiencia y el aprendizaje, personal, emocional y afectivo, de los niños y las niñas, orientado a reconocer, identificar, ejercitar y practicar, sus capacidades socio – personales, como pueden ser, la empatía, la inteligencia, la asertividad, la escucha, la comunicación, la fluidez, la negociación y, la modulación, que como habilidades interpersonales, canalizan la expresión de sus sentimientos, sus opiniones, sus deseos o sus necesidades, en diferentes contextos o situaciones, y con libertad, y, en contacto e interacción, con niños o niñas y/o, adultos, del hogar, la escuela y, la comunidad, en general.