¡Hola!…¿Cómo están?…¿Qué tal?. En el blog anterior, hablamos de, modelando nuestro interior, como una vivencia y una experiencia, necesaria e importante en nuestra vida, que resulta del proceso de adaptación, que todos, niños y niñas, adolescentes, jóvenes y adultos, en las diferentes etapas de nuestra vida, sentimos como una demanda y una exigencia natural, y, particularmente, especial y valiosa, en los tiempos de pandemia Covid – 19, como el actual. En el blog actual, vamos a hablar de, coloreando nuestra vida, desde la perspectiva de la vivencia y la experiencia personal, espiritual y emocional de dar, un significado y un sentido, propio y particular, a nuestro día a día, como son, propios y particulares, los significados y los sentidos de cada color, como pueden ser, el rojo, el azul, el amarillo, el verde, el naranja y el morado, en sus diferentes tonalidades y luminosidades, vinculados y relacionados, con las emociones. En la actualidad del Siglo XXI, en el lenguaje, diario o cotidiano, suele ser natural, la referencia hacia nosotros, las personas, como podemos ser, niños y niñas, adolescentes, jóvenes y adultos, como seres de luz, con nuestras diferentes luminosidades y tonalidades, según nuestras diferentes emociones. Y, en nuestra condición o disposición natural, como seres de luz, el coloreo y los cambios de color en nuestro interior, se vinculan y se relacionan, con nuestros modos de adaptación y, nuestros estados de equilibrio.
Hablando de coloreando nuestra vida, como la vivencia y la experiencia personal, espiritual y emocional de dar, un significado y un sentido, propio y particular a nuestro día a día, según leo e investigo, porsupuesto para compartir con ustedes, podemos explicar que, los seres humanos o las personas, necesitamos y, es importante que, demos color a nuestras vidas, pues el color o los colores de nuestra elección, pueden definir y, de hecho, definen el cómo nos sentimos y, el cómo somos percibidos, y, consecuentemente, definen nuestros estados de ánimo y nuestras actitudes, ante la vida. En ese sentido, podemos explicar que, el o los colores de nuestra elección, son influenciados e influyen, en nuestras emociones, en un momento y un lugar determinados, pues en el proceso mismo de contacto e interacción, con el o los colores de nuestra elección, se produce un natural y, eventualmente, consciente, intercambio de energías de luz, entre el interior y el exterior.
Hablando de coloreando nuestra vida, como la vivencia y la experiencia personal, espiritual y emocional de dar, un significado y un sentido, propio y particular a nuestro día a día, según leo e investigo, porsupuesto para compartir con ustedes, podemos explicar que, en el proceso mismo de contacto e interacción, con el o los colores de nuestra elección, el intercambio de energías de luz, entre el interior y el exterior, se origina y fluye, entre nuestro mundo interior de sensaciones, emociones y sentimientos, y, la paleta de colores, tonalidades y luminosidades, que el mundo exterior, nos ofrece y nos demanda, a lo largo de nuestra vida y transformación personal, espiritual y emocional, en determinados momentos y lugares de nuestra vida. En el intercambio natural y, eventualmente, consciente de energías de luz, al igual que, nosotros, solemos demandar, colores del mundo exterior, el mundo exterior, suele ofrecer y demandar, colores de nosotros.
Es así como, cuando hablamos de coloreando nuestra vida, estamos hablando de la vivencia y la experiencia personal, espiritual y emocional, que incluye la exposición, el intercambio y la recarga de sensaciones, emociones y sentimientos, como pueden ser, el miedo, la valentía, la tristeza, la alegría, la molestia y, el agrado, vinculados y relacionados con los colores, las tonalidades y las luminosidades, como son, el rojo, el azul, el amarillo, el verde, el naranja y, el morado. Es decir, en la vivencia y la experiencia personal, espiritual y emocional de colorear nuestra vida, nuestros modos de adaptación y nuestros estados de equilibrio, el entorno natural y no natural, alrededor de nosotros, nos ofrece el pincel o los pinceles para colorear, y, nos ofrece la paleta de colores, con la cual, coloreamos nuestro mundo interior, con el color o los colores, elegidos por nosotros mismos, como los seres humanos o las personas, naturalmente, iluminados o iluminadas, que somos.
Así pues, hablando de coloreando nuestra vida, en la actualidad del Siglo XXI, en la cual, los seres humanos o las personas, nos autoconocemos y, conocemos a otros, en condición o disposición natural de seres de luz, con diferentes luminosidades y tonalidades, según nuestros estados de ánimo y nuestras actitudes, ante la vida,, podemos explicar que, en la vivencia y la experiencia de colorear nuestra vida, el coloreo y los cambios de color, responden a los naturales procesos de adaptación, que resultan de la búsqueda y el encuentro, con los estados de bienestar espiritual, y, resultan de la búsqueda y el encuentro, con los estados de equilibrio emocional, que explicamos en el blog anterior, cuando hablamos de modelando nuestro interior, como proceso personal, espiritual y emocional de reconstrucción y recreación interior. Es decir, en la actualidad del Siglo XXI, la vida que vivimos y experimentamos, es la vida que nosotros mismos elegimos y coloreamos, en función de nuestros estados de ánimo y nuestras actitudes, ante la vida, que desarrollamos naturalmente, según el pincel o los pinceles, y/o, según el color o los colores de la paleta de colores, que nosotros elegimos, para colorear nuestra vida.
De esta manera, cuando hablamos de, los niños y las niñas, su capacidad de elección de pinceles y colores de la paleta de colores, que la vida ofrece, y, su consecuente coloreo de vida, estamos hablando de seres naturalmente luminosos y energéticos. La niñez, por propia naturaleza, es una etapa de luz y energía, pues los niños y las niñas, son seres de luz, o son personas, esencialmente, buenas, con una energía personal, espiritual y emocional, naturalmente, superiores que, fluyen y confluyen, en el color blanco, siendo que, el color blanco, resulta de la superposición de los colores luz primarios y sus combinaciones, como son rojo, azul, amarillo, verde, naranja y morado. El color blanco, representa la espiritualidad, la paz, la pureza y la limpieza, el color blanco simboliza la divinidad, los ángeles, la eternidad y el paraíso, y, en el color blanco, fluyen y confluyen, todos los colores y las emociones, como pueden ser, miedo, valentía, tristeza, alegría, molestia y agrado.
Es entonces que, en mi experiencia y mi conocimiento personal, profesional y laboral como tía y maestra, naturalmente consciente y responsable, por los niños y las niñas de mi entorno, hoy quiero transmitir que, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías, y, maestros y maestras, es necesario e importante que, tomemos consciencia, sobre el ser naturalmente luminoso y energético de cada niño o niña de nuestro entorno, como hijos o hijas, nietos o nietas, sobrinos o sobrinas, y, alumnos y alumnas. Y, en ese mismo sentido, hablando de coloreando nuestra vida y, eventualmente, coloreando la vida de los niños y las niñas, desde la perspectiva de la vivencia y la experiencia personal, espiritual y emocional de dar, un significado y un sentido, propio y particular, a nuestro día a día, hoy quiero transmitir que, como adultos a cargo de nuestras vidas y, adultos a cargo de la vida de los niños y las niñas, primeramente, durante la niñez, tomemos conciencia sobre el hecho que, el coloreo de nuestra vida, corresponde a una vivencia o una experiencia de elección interior, en la cual, continua y permanentemente, intercambiamos energía de luz, con lo cual, pasamos por momentos de autodescubrimiento, que requieren reconocimiento e identificación de sensaciones, emociones y sentimientos, para desarrollar estados de ánimo y actitudes, ante la vida, positivas o favorables.