Educación Emocional, …los brazos, durante la caída…

¡Hola!…¿Cómo están?…¿Qué tal?. En el blog anterior, hablamos de…las palabras, durante el salto… de María José, que representan y simbolización el apoyo y la ayuda, espiritual y emocional, que recibe María José, para aprender a ser valiente, en dos momentos, como son, el momento en el establo mágico, con Rodo y Lali, y, el momento en la academia de natación con José María. En el blog actual, vamos a hablar de…los brazos, durante la caída… de María José, como un segundo elemento en el proceso formativo – educativo de aprender a ser valiente, que vivencia y experimenta María José, junto con Rodo y Lali, sus guías espirituales y emocionales, y, junto con José María, su mejor amigo. En el proceso de aprender a ser valiente, es necesario e importante aprender a confiar en uno mismo, para salir de la zona segura o la zona conocida, y, para dar el salto, aprendiendo a controlar el miedo a lo desconocido, como puede ser, la piscina. En el mismo sentido, es necesario e importante aprender a confiar en otros, para ayudarse y apoyarse, con el acompañamiento, la motivación y la inspiración de otros, representados y simbolizados, en los brazos y los abrazos de otros, en la salida de la zona segura o la zona conocida, y, en el ingreso a la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, pues si, eventualmente, en un caso se tiene una mala caída, o, en otro caso se llega hasta lo profundo, en el interior de la piscina, que representa o simboliza la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, otros, sus brazos y sus abrazos, pueden ayudarnos y apoyarnos, a corregir la caída, o, a salir a la superficie, y, nadar hasta un lugar de acogida y refugio, como puede ser, el borde de la piscina.

Hablando de, los brazos, durante la caída, y, la zona segura o la zona conocida, podemos explicar que, la zona segura o la zona conocida, es el espacio mental, que incluye pensamientos y rutinas habituales, en el cual, las personas, niños o niñas y, adultos, accionamos o actuamos, sin arriesgar, sin cambiar, sin crecer y, circunstancialmente, sin vivir, pues la vida, en sí misma, para ser vivida plenamente, demanda de nosotros, algo de riesgo y, mucho de cambio y de crecimiento. En ese sentido, es necesario e importante, reconocer e identificar que, cuando salimos de nuestra zona segura o nuestra zona conocida, ingresamos en la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, como un espacio mental, que incluye pensamientos y rutinas no habituales, en el cual, las personas, niños o niñas y, adultos, naturalmente, experimentamos el miedo, porque arriesgamos y, porque cambiamos y crecemos, cuando logramos corregir la caída, y/o, salir a la superficie.

Hablando de, los brazos, durante la caída, y, la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, podemos explicar que, la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, es un espacio mental de riesgo, cambio y crecimiento socio – personal, en el cual, las personas, niños o niñas y, adultos, vivenciamos y experimentamos, bienestar socio – personal y beneficios, observables y observados, a niveles físico, mental, emocional y social. Es decir, en la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, las personas, niños o niñas y, adultos, manifestamos y expresamos, riesgo, cambio y crecimiento socio – personal, que produce bienestar socio – personal y beneficios, observables y observados, como pueden ser, aumento de la confianza, aumento de la motivación, aumento de la creatividad, mejora del rendimiento, desarrollo de la capacidad de respuesta a las dificultades y los problemas, desarrollo de las habilidades y las funciones intelectuales, y, desarrollo de la inteligencia emocional.

Hablando de la zona de la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, como un espacio mental de riesgo, cambio y crecimiento socio – personal, en el cual, vivenciamos, experimentamos, manifestamos y expresamos, bienestar socio – personal y beneficios, observables y observados, podemos explicar que, la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, es un espacio mental, en el cual, las personas, niños o niñas y, adultos, tenemos la oportunidad y la posibilidad de encontrar nuestro propósito, establecer nuestras nuevas metas y, alcanzar nuestros objetivos. En ese sentido, podemos explicar que, como zona de riesgo, cambio y crecimiento socio – personal, la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, motiva pensamientos y rutinas no habituales, que inspiran la toma de conciencia de uno mismo y, el descubrimiento de la propia identidad, con el fin de impulsar nuestros propios potenciales y, nuestras particulares habilidades socio – personales.

Hablando de, la salida de la zona segura o la zona conocida, y, el ingreso a la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, podemos explicar que, salir de la zona segura o la zona conocida, e, ingresar a la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, tiene como fin satisfacer nuestras, propias y particulares, necesidades, mejorar nuestra calidad de vida, e, impulsar la realización de nuestros, sueños y deseos, socio – personales. Es así como, cuando hablamos de, la salida de la zona segura o la zona conocida, y, el ingreso a la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo, estamos hablando de un proceso personal o individual, que nos conduce a conectar con nuestra propia identidad, examinar nuestros mundos interior y exterior y, evaluar nuestras relaciones con las personas de nuestro alrededor, y, nos impulsa a la acción y la transformación socio – personal, por nuestro bienestar socio – personal y, nuestra autosatisfacción emocional y física.

De esta manera, hablando de, los brazos, durante la caída, como los brazos que recibe, María José, quien con la ayuda y el apoyo de Rodo y Lali, desarrolla y progresa en su autoconocimiento, su autorregulación, su empatía y su motivación, y, con la ayuda y el apoyo de José Mará, transita de la timidez y el nerviosismo, hacia la tranquilidad y la seguridad, encuentra en el abrazo, físico y espiritual, un medio y un recurso, para reconocer, expresar y comunicar sensaciones, emociones y sentimientos, y, un medio y un recurso, para construir y crear amistades y, transformarse en la mejor amiga de José María, su primer mejor amigo. En ese sentido, en mi experiencia, mi conocimiento, mi aprendizaje y, mi descubrimiento personal, físico y emocional, por mi relación con el cáncer, mi curación y mi sanación, mediante la extirpación de mi riñón derecho, logro sentir y saber que, en el proceso de logro de la curación y la sanación personal, física y emocional, he aprendido y he descubierto, el poder y la fuerza de los abrazos, físicos y espirituales, para contactar, interactuar y reconciliar, emocional y físicamente, con nosotros mismos y, nuestro mundo interior, y, con otros y, el mundo exterior.

Es entonces que, hablando de los niños y las niñas, el poder y la fuerza de los abrazos, físicos y espirituales, y, los brazos, durante la caída, podemos explicar que, mientras los niños y las niñas, experimentan, conocen, aprenden y descubren el cómo reconocer, expresar y comunicar, sus sensaciones, sus emociones y sus sentimientos, por medio de los abrazos, físicos o espirituales, pueden sentirse miedosos, tristes o molestos, por no lograr saltar y caer, para reconocer, expresar y comunicar, su mundo interior, saliendo de la zona segura o la zona conocida, hacia el mundo exterior, ingresando en la zona de lo desconocido o la zona de lo nuevo. En ese sentido, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías y, maestros y maestras, tenemos la oportunidad y la posibilidad de acompañar a los niños y las niñas, como motivadores e inspiradores, orientando y ayudando en la normalización, el descubrimiento, la validación y la comprensión de sensaciones, emociones y sentimientos. Es decir, como adultos responsables a cargo de hijos e hijas, nietos y nietas, sobrinos y sobrinas y, alumnos y alumnas, tenemos la oportunidad y la posibilidad de acompañar a los niños y las niñas, por ejemplo, motivando e inspirando, mediante unos abrazos, fáciles y simples, recargados de amor, y, con expresiones sanadoras de los naturales miedos, tristezas y molestias de los niños y las niñas, el contacto y la interacción socio – personal, con niños y niñas, en el hogar, la escuela y la comunidad, en general, para que de esta manera, logren salir, con valentía, de su zona segura o su zona conocida.