¡Hola!…¿Qué tal?…¿Cómo están?. En los blogs anteriores, hablamos de la molestia y los recuerdos que inspiran molestia y, el agrado y los recuerdos que inspiran agrado. En el blog actual, vamos a hablar sobre el sentido y el valor de la tristeza, y, el uso de los cojines de color amarillo, para el autodescubrimiento de la tristeza, como una emoción o un estado de ánimo. La tristeza o sensación de apatía, que nos detiene y nos paraliza, por la percepción de un daño, real o imaginario que tenemos, se alimenta y se nutre de la confianza, el optimismo y la calidez del color amarillo, que activa y moviliza, a nuestro organismo. Y, para lograr el reconocimiento, la expresión y la comunicación de la tristeza, niños y niñas y, adultos, podemos necesitar e interesarnos en la confianza, el optimismo y la calidez del color amarillo y sus tonalidades, aplicadas y utilizadas, en los objetos y los elementos de los ambientes, a nuestro alrededor. El uso, el contacto y la interacción con los cojines amarillos, creados para la expresión de las emociones, mediante el sentido del tacto, ubicado en las manos, por ejemplo, pueden activar y actualizar, la confianza, el optimismo y la calidez que habitan en nuestro mundo interior, y, de esta manera, se puede facilitar, favorecer y promover, en forma positiva o favorable, el autodescubrimiento de las sensaciones, las emociones y los sentimientos, vinculados y relacionados con la tristeza, evocados mediante la memoria táctil.
Hablando de la tristeza y, el sentido y el valor de la tristeza, según leo e investigo, podemos explicar que, el sentido y el valor de la tristeza, se manifiesta y se expresa, primero, en el hecho que, la tristeza, como una emoción o un estado de ánimo, producido por la percepción de un daño personal, emocional o físico, real o imaginario, como puede ser, una pérdida o una desgracia, nos permite establecer distancia socio – personal con las situaciones dañinas, que nos causan dolor personal, emocional o físico, para poder impulsar la interiorización y la sanación del dolor, causado por la pérdida o por la desgracia. Y, el sentido y el valor de la tristeza, se manifiesta y se expresa, segundo, en el hecho que, las emociones, en general y, la tristeza, en particular, contienen mensajes personales, emocionales o físicos, que alertan a nuestro organismo, para actuar por la recuperación y el sostenimiento del equilibrio, emocional y físico, pues transmiten y evocan señales informativas, que dirigen la conducta y la actitud en las situaciones, diarias o cotidianas, facilitando, favoreciendo y promoviendo la toma de decisiones, para lograr adaptarnos a la realidad, positiva o favorable y, negativa o desfavorable.
Hablando del sentido y el valor de la tristeza y, los beneficios que, la tristeza, puede tener en el desarrollo y progreso del autoconocimiento, la autorregulación, la empatía y la motivación, según leo e investigo, podemos explicar que, la tristeza como emoción o estado de ánimo, facilita, favorece y promueve, la toma de decisiones y la adaptación a la realidad, en circunstancias y condiciones, en las cuales, se producen vivencias o experiencias, negativas o desfavorables, desde una toma de conciencia personal, un autodescubrimiento socio – personal y una autoevaluación personal, emocional o física de uno mismo y el entorno. En ese sentido, la tristeza, como emoción o estado de ánimo, activa y actualiza, el tránsito natural desde las vivencias o las experiencias, dañinas y dolorosas, hacia la búsqueda, la recuperación y el sostenimiento del equilibrio personal, emocional o físico, manifiesto y expreso, en la sensación, la emoción y el sentimiento de alegría o gozo.
Hablando del sentido y el valor de la tristeza y, las vivencias o las experiencias que causan, la tristeza, en las personas, podemos explicar que, la tristeza como una emoción o un estado de ánimo, por lo general, se vivencia y se experimenta, como consecuencia de dos hechos o situaciones, como pueden ser, por un lado, la ocurrencia de una pérdida emocional, causada por la separación o la muerte de alguien con quien hemos establecido un vínculo o una relación personal, y, por otro lado, la ocurrencia de una desgracia física, causada por un accidente o una enfermedad de uno mismo o de alguien con quien hemos establecido un vínculo o una relación personal. En ese sentido, a consecuencia de ambos hechos o situaciones, como son, una pérdida emocional o una desgracia física, sentir tristeza por un tiempo es natural, sin embargo, cuando se siente tristeza, por un tiempo mayor a un estimado, puede ser el caso de una depresión.
Hablando del sentido y el valor de la tristeza y, las formas o las maneras como las personas manifestamos y expresamos la tristeza, según leo e investigo, podemos explicar que, la tristeza o sensación de apatía, que nos detiene y nos paraliza, por la percepción de un daño, real o imaginario que tenemos, y, se alimenta y se nutre de la confianza, el optimismo y la calidez del color amarillo de los cojines, como emoción o estado de ánimo, se manifiesta y se expresa, en los característicos gestos faciales, entre los cuales, reconocemos e identificamos, las puntas interiores de las cejas hacia arriba, los párpados superiores caídos, la mirada desenfocada, los pómulos elevados, los labios estirados, las comisuras de los labios hacia abajo, la nariz arrugada y la barbilla elevada, y, se manifiesta y se expresa, en los característicos gestos emocionales, entre los cuales, reconocemos e identificamos, timidez, nerviosismo, pesimismo, melancolía, decaimiento e insatisfacción, entre otros.
De esta manera, hablando del sentido y el valor de la tristeza y, los niños y las niñas, según leo e investigo, para compartir con ustedes, podemos explicar que, en las personas, en general, y, en los niños y las niñas, en particular, la tristeza como una emoción o un estado de ánimo, es una vivencia o una experiencia, primaria o básica, por lo cual, antes que evitar la tristeza, es importante y, sobre todo, es necesario que, como adultos a cargo, facilitemos, favorezcamos y promovamos, en los niños y las niñas, el desarrollo y progreso de las capacidades y las habilidades emocionales de autoconocimiento, autorregulación, empatía y motivación, como los medios o los recursos formativo – educativos personales, emocionales o afectivos, positivos o favorables, para afrontar la sensación, la emoción y el sentimiento de tristeza de una manera constructiva, con cuatro acciones, primarias o básicas, como son, normalizar, descubrir, validar y comprender su tristeza.
Es entonces que, hablando de los niños y las niñas y, el valor y el sentido de la tristeza, podemos explicar que, mientras los niños y las niñas, aprenden y conocen el cómo expresar sus emociones, en general, y, su tristeza, en particular, es importante y necesario que, como adultos y como acompañantes motivadores e inspiradores de los niños y las niñas, en el proceso de reconocimiento, expresión y comunicación de las emociones, en general, y, la tristeza, en particular, trabajemos en nuestros, propios y particulares, normalización, descubrimiento, validación y comprensión de nuestra tristeza. En ese sentido, como adultos responsables a cargo de los niños y las niñas, en el rol de padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías y, maestros y maestras, toda vez que trabajamos en nuestra tristeza de una manera constructiva, tenemos la oportunidad y la posibilidad de acompañar a los niños y las niñas, en su reconocimiento de la tristeza y, en su expresión y su comunicación de la sensación y el sentimiento de tristeza. Es decir, como adultos responsables a cargo de hijos e hijas, nietos y nietas, sobrinos y sobrinas y, alumnos y alumnas, tenemos la oportunidad y la posibilidad de acompañar a los niños y las niñas, en el autoconocimiento, la autorregulación, la empatía y la motivación, como habilidades o capacidades emocionales, importantes y necesarias, para lograr el tránsito natural, desde las vivencias o las experiencias, dañinas y dolorosas, hacia el equilibrio personal, emocional o físico, manifiesto y expreso, en la sensación, la emoción y el sentimiento de alegría o gozo, mediante la normalización, el descubrimiento, la validación y la comprensión de su tristeza.